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"En el baile de la vida, nuestros corazones encuentran armonía, creando una melodía eterna de amor y complicidad."
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—¿Masahiko aún no ha llegado? — inquirió el alfa pelinegro mientras ascendían las escaleras del santuario.
—No debería tardar mucho. Todavía está desempacando sus cosas — comentó con una sonrisa juguetona.
—Ugh, seguro que no lo conoceré — se quejó la peliazul, haciendo un puchero. —Y yo que quería conocer a la persona que es capaz de soportarte — añadió burlonamente, señalando al peliblanco.
—Si tenemos tiempo, tal vez puedas conocerlo. Apresúrate, Satoru — continuó la broma el pelinegro.
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—Necesito el informe de la misión — ordenó el director Gakuganji al encontrar al rubio de mechas azules.
—Tranquilízate, viejo. Acabo de llegar. Te lo llevo después — respondió el joven, claramente irritado por su presencia. Lo último que quería era encontrarse con él en ese momento.
Necesitaba darse un baño y descansar un poco. Tal vez unos mimos de Satoru también ayudarían. Suponía que, en ese momento, Satoru debería haber terminado su misión y estar entregando el cuerpo del plasma estelar.
—Necesito el informe ahora, Masahiko. Es una orden, y como tu tutor, debes obedecer — insistió el director, posicionándose frente al joven para bloquear su camino.
