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"Celos positivos son como chispas de inspiración, recordándonos el valor que damos a lo que amamos."
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El sol ascendía majestuosamente en el cielo, anunciando un nuevo día repleto de promesas. Mientras tanto, el Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokyo bullía con anticipación, listo para recibir a sus frescos aspirantes.
En la entrada del colegio, Masahiko aguardaba con expectación, su reciente graduación y ascenso a Chamán de primer grado aún frescos en su memoria. La brisa llevaba consigo la emoción del comienzo de un nuevo ciclo.
En el otro extremo, Satoru, a punto de concluir su último año escolar, ya sentía la carga del estudio sobre sus hombros, una pesada manta que lo envolvía.
La espera no fue larga. Un joven Omega de estatura media y grácil complexión hizo su entrada, su presencia anunciada en la escena.
—Niran, es un placer reencontrarnos —saludó Masahiko al ahora pelinegro, percibiendo la palpable emoción que irradiaba en ese esperado momento.
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—Escuché que un nuevo alumno se uniría— comentó la castaña mientras desenvolvía la paleta, llevándola delicadamente a su boca para saborear su dulzura.
—¿En serio?— preguntó el peliblanco, intrigado por la noticia, consciente de que ahora eran solo dos estudiantes tras la partida de Suguro.
—Sí, al parecer lo recomendaron, viene del extranjero— mencionó la castaña, recargándose en su banca.
