Turbo Lover

118 14 1
                                        

La helada nieve bajo sus patas y el aire en su pelaje le daban una grata sensación, amaba ese clima, el olor a bosque, la sensación de libertad, pero sobre todo... esa adrenalina que sentía cuando cazaba.

Estaba emocionada, esa cazadora había estado molestando a su manada desde hace unas semanas, la descarada llevaba una túnica negra hecha de piel de lobo, normalmente solo bastaba un buen susto para espantar a aquellos cazadores molestos, su manada ni siquiera se metía en territorio humano... bueno ella no tenía manada, o bueno si la tuvo, solo que la habían rechazado, debido a su naturaleza, un lobo de su edad ya tenía su pareja, sin embargo ella no lo había conseguido, no había explicación alguna para eso, era fuerte, veloz, estaba saludable, no había razón para despreciarla... así era una loba infértil, jamás tendría cachorros, y ningún lobo quería terminar su línea ahí. Sin pareja, no servía de mucho a la manada, ya que nada la ataba a ellos, así que fue exiliada, aun así, Enid tenía un corazón noble, ella iba a defender a su manda desde las sombras.

Había tardado más de lo normal en encontrar su escondite, de hecho, estaba casi segura de que no tardaría en amanecer. Un pequeño campamento que había montado muy cerca del corazón del bosque era raro que un humano lograra escabullirse tanto, le daría un punto por eso, tal vez terminaría rápido con ella. Al llegar a su objetivo encontró la fogata apagada, era su señal.

...

Merlina no tenía un pelo de tonta, no, para nada. Sabía que el enemigo la vendría a buscar, hasta el momento no había podido cazar nada, todas sus trampas y trucos no habían funcionado, así que se adentró al peligro, si quería obtener un progreso tenía que enfrentar al problema de frente.

Entonces sintió una presencia extraña, ya estaba dentro de su casa de campaña, pero eso no evito que se pusiera en guardia, de sus bolsillos saco dos filosas dagas de plata, preparada para lo que fuera, lo siguiente fue un zarpazo a su tienda que la dejo desprotegida, ella se hizo bolita aun con sus dagas en posición defensiva. Pero no pudo divisar a su atacante, parecía estar sola en aquel lugar, pero sentía su presencia, la presencia de una bestia.

Sin más recibió una envestida feroz, que la mando a volar contra el árbol más cercano. Ni tiempo le dio de revisar si aún tenía todas las partes de su cuerpo unidas, cuando sintió unas poderosas fauces agarrar su túnica darle vueltas y volverla a lanzar. Pero esta vez pudo maniobrar su cuerpo para caer en una posición que no comprometiera la integridad de sus huesos. Finalmente pudo ver las dimensiones de la bestia, y decir que quedo impresionada era poco, la bestia era enorme y terrorífica.

—Que belleza —dijo cautivada ante tan imponente criatura.

NA: Merlina la menos furra, sí, sí.

Gracias a sus desarrollados sentidos, Enid logró entender aquella frase, lo que la distrajo, y eso le costó caro pues Merlina se arrojó a ella dándole una potente patada en el hocico. Pero las cosas no quedaron ahí, enseguida se irguió en dos patas y dio un potente rugido. Con eso era suficiente para que cualquier cazador huyera, pero la chica seguía parada ahí, sorprendida pero no atemorizada.

La realidad, Enid no era fan de destripar gente por placer, pero tenía que hacer algo con esa chica, sin previo aviso se dejó ir hacia donde portaba sus armas, la perdida de una mano no le molestaría.

Merlina se quiso esquivar, pero la diferencia de velocidad era demasiada. Su brazo quedo prensado entre las fauces de la bestia, sin embargo, no tardo en intentar un contra ataque, quiso clavar su otra daga en la cara de la loba, pero esta sacudió su cabeza con tal fuerza que Merlina soltó su arma y se concentró en tratar que su braza conservara su lugar de origen. Después de aquellas sacudidas la Adams salió volando, nuevamente, y, nuevamente, termino estampada contra un árbol. Esta vez el rostro de dolor y los quejidos no se hicieron espera.

October Change WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora