Capítulo 21: La Guarida de la Bruja

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— ¡Ya suéltame!—gritó Alfred mientras el mono volador lo sostenía en el aire

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— ¡Ya suéltame!—gritó Alfred mientras el mono volador lo sostenía en el aire.

Mientras se dirigían a la guarida de la Bruja, un grupo de monos voladores se les acercaron y se los llevaron a la fuerza. Ahora estaban volando por los cielos hacia un destino desconocido.

—No creo que eso sea una buena idea—le dijo Francis, quien observaba temeroso la altura a la que se encontraban.

A la distancia lograron divisar una torre. Supieron al instante que allí adentro se encontraba la Bruja Mala del Oeste.

—Bueno, fue un gusto conocerlos—dijo Francis.

— ¡No seas pesimista!—le gritó Arthur.

Los monos ingresaron con ellos por una ventana de la torre. Allí los esperaba la bruja sonriente. Ella era una anciana, con una nariz larga con una verruga. Usaba un vestido largo y negro además de un sombrero en punta del mismo color.

—Bienvenidos, mis queridos prisioneros—los saludó la bruja.

— ¡Sácanos de aquí, vieja decrépita!—le gritó Arthur.

— ¿O sino que?—Arthur no pudo responder a esta amenaza. La bruja observó cómo Alfred llevaba los zapatos de su difunta hermana—. Así que, tú eres el que mató a mi pobre hermanita.

—No fue mi intención, yo solo le tiré una casa.

"Su estupidez nos va a matar" pensó Arthur.

—Ahora entrégame los zapatos y consideraré dejarlos vivir—les dijo la bruja.

Alfred se lo pensó por un momento. Podría entregar los zapatos, pero nada le aseguraba que la bruja no los mataría igualmente si lo hacía. Además, la Bruja Mala del Oeste parecía ser una persona malvada. Alfred desconocía cuál era el poder de los zapatos, pero la bruja definitivamente los conocía y los usaría para el mal.

—Ni muerto—le dijo Alfred.

—Bueno, pronto lo estarás—le respondió y le lanzó un hechizo en forma de rayo. Alfred se puso de escudo frente a sus amigos y cuando esperó lo peor vio comí una luz salía de sus zapatos y el hechizo era repelido.

La bruja no se veía muy sorprendida.

—Ya me lo esperaba. Los zapatos impiden que te haga daño. Entonces tendré que recurrir a mi segundo plan. Los encerraré aquí hasta que se mueran de hambre.

Con una seña, la bruja le indicó a los monos que los llevaran hasta otro piso. Bajaron por una escalera con la bruja yendo detrás de ellos. Llegaron a un piso donde se encontraban un montón de celdas. La bruja fue a abrir una y los monos los encerraron ahí.

—Los volveré a ver—dijo entre risas la bruja—. Dentro de tres semanas.

La bruja fue riéndose junto a los monos, dejando a los cuatro ahora prisioneros solos en la oscuridad.

[Hetalia] Cuento de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora