Loretta estaba en su lugar de trabajo, vigilando la entrada al palacio como todos los días. Al observar a la multitud, vio a un grupo que le llamó la atención. Eran los tres que habían ido a matar a la bruja, junto a otros cuantos más. Si estaban de regreso, solo podía significar una cosa. Les hizo señas para que se adelantaran. Ellos avanzaron, empujando a las personas que los rodeaban.
— ¡Volvieron!—exclamó Loretta.
—Y matamos a la bruja—dijo Alfred—. Ahora tenemos que ir a avisarle al mago.
Loretta llevó al grupo a la sala donde siempre se encontraba el Mago. Esta vez, el grupo completo ingresó. Para su sorpresa, la habitación se encontraba totalmente vacía.
—Soy el Mago de Oz—dijo una voz que escucharon, más no pudieron identificar de dónde provenía— ¿A qué han venido?
— ¡Matamos a la Bruja Mala!—exclamó Alfred alegremente.
— ¿Qué? ¿Cómo...?
—Alfred le tiró agua y se disolvió—dijo Arthur—. Ahora, ¿Nos va a ayudar?
—Eh... bueno... yo...
Mientras el Mago intentaba formar una respuesta, Vash se iba impacientando. Irritado, golpeó la pared, sin darse cuenta de que había un espejo en ella. Cuando escuchó el ruido del cristal rompiéndose se dio la vuelta preocupado por tener que pagar, pero para su sorpresa se encontró con un hombre asustado junto a una máquina.
— ¿Y este quién es?—preguntó.
Alfred se acercó a ver al hombre. Era de baja estatura, pálido y calvo. Reconoció la máquina que estaba al lado suyo, era un proyector.
—Yo soy el Mago de Oz—dijo el hombre en voz baja.
—Eh, no pareces un Mago de verdad—dijo Alfred.
—Eso es porque... no lo soy.
— ¡¿Eh?!—exclamaron todos al unísono.
— ¡Nos estafaron!—gritó Arthur.
El hombre se encogió de hombros.
—Mi nombre real es Oscar Zoroaster Phadrig Isaac Norman Henkle Emmannuel Ambroise Diggs.
"Con razón nunca lo usa" pensó Arthur.
—Al igual que tú, vengo del otro mundo. Solía trabajar como ilusionista en un circo. Un día, mientras viajaba en un globo aerostático terminé por accidente aquí.
— ¿Y por qué hiciste todo esto? ¿Por qué fingiste ser un mago?—le preguntó Alfred.
—Bueno, la comida no es gratis. Además escuché que en Oz tenían una profecía de que un ser con poderes mágicos de otro mundo se volvería su rey, y no iba a desaprovechar la oportunidad.
Arthur se sentía desilusionado. Ahora ya no tenía forma de volver a su hogar. Comenzó a dar vueltas en círculos, intentando calmarse. Vio una figura que llamó su atención, una persona que se encontraba en la sala que no pertenecía a su grupo. Era un hada rubia, vestida de rosa que reía mientras los observaba.
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[Hetalia] Cuento de Luz y Sombra
Hayran KurguÉrase una vez en un reino muy lejano, un rey viudo que tenía dos hijos. El mayor, Gilbert, era apodado Blanco Nieves por su albinismo, el menor, Ludwig, era erróneamente conocido como un amargado. Ambos son obligados a elegir esposa en el próximo ba...