Capítulo 24: El Ritual de la Luna Llena

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Antonio, Gilbert, Emma y Abel seguían a João por el bosque. Les llamaba la atención como podía ubicarse en un lugar tan monótono, aunque era evidente que su larga estadía en aquel lugar lo había vuelto un experto.

—João—intentó romper el hielo Emma.

— ¿Si?

— ¿Por qué te dedicas a esto?

—Es una larga historia—comenzó a relatar—. Yo solía ser un empleado en el palacio de Elmlein, como mis padres, hasta que decidí que quería hacer algo distinto con mi vida y me convertí en pastor, pero un día unos lobos mataron a todas mis ovejas y nadie quiso ayudarme…

—Omitiste la parte donde ya habías mentido varias veces con que unos lobos te estaban atacando para después burlarte de tus vecinos y por eso nadie quiso ayudarte—le recalcó Antonio.

—Como sea. Entonces tuve que enfrentarme solo a esos lobos. Solo logré matar a uno pero me luego me di cuenta de que en realidad era un hombre que se había transformado en lobo. Había escuchado historias de hombres lobo en varias ocasiones, y esa era la primera vez que me encontraba con uno. La curiosidad me mataba así que decidí dedicarme a investigar todo tipo de criaturas.

—Wow, eso suena interesante—dijo la rubia.

—Y parece que ya llegamos—anunció João.

Un círculo de piedras verdes se alzaba en frente de ellos. Su brillo era similar al de una esmeralda. João los guio hasta el centro, donde les indicó que dejaran sus cosas.

—Nos quedaremos aquí toda la noche, así que acomódense.

Dejaron sus cosas en el piso y se pusieron cómodos. Algunos se sentaron y se pusieron a comer lo que habían preparado, otros se recortaron mirando al cielo. La noche cayó pronto sobre ellos. Gilbert se sentía aburrido. Muy aburrido. El no era de las personas que les gustaba quedarse quietas, el era un aventurero que no le temía al peligro (o eso le gustaba creer). Tomó su espada y salió del círculo encaminándose hacia el bosque.

—Gil, ¿Qué haces?—le preguntó su amigo.

—Voy a dar un paseo, y si tengo suerte buscaré la comida de mañana.

—No me parece una buena idea—le dijo Emma—. Podría ser peligroso.

—Yo adoro el peligro—le respondió mientras salía corriendo.

— ¡Espera, vuelve aquí!—y entonces ella fue tras él.

— ¡Emma!—le gritó Abel.

—Ignórala—lo calmó João—. Esta zona es bastante tranquila, lo más grave que puede pasar es que se pierdan.

—Espero que tengas razón.

Emma corría detrás del albino. Él ignoraba sus pedidos y seguía avanzando. De pronto, el príncipe frenó en seco y ella logró alcanzarlo. Él le hizo señas para que se mantuviera en silencio y le señaló una liebre. Parece que tenía intenciones de cazarla.

— ¿Enserio vas a intentar cazar una liebre con una espada?—le susurró.

— ¿Por qué no?

Gilbert se abalanzó sobre el animal, el cual salió corriendo.

— ¡Voy tras él!

— ¡Por Dios, Gilbert!

Gilbert, nuevamente, salió corriendo con Emma tras él. Cuando finalmente pudo encontrar liebre, se abalanzó nuevamente sobre ella, pero cuando la hoja de su espada estaba a punto de tocarla esta se esfumó. Emma, quien acababa de alcanzarlo, lo tomó del brazo para hacerlo huir con ella.

[Hetalia] Cuento de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora