Capítulo 10: El Niño de Madera

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— ¿Qué haces?—le preguntó Ludwig a Feliciano, quien estaba sentado al lado de él con un cuaderno y un lápiz

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— ¿Qué haces?—le preguntó Ludwig a Feliciano, quien estaba sentado al lado de él con un cuaderno y un lápiz.

—Estoy dibujando—soltó el lápiz por un momento y le enseñó la hoja de su cuaderno en la que había un pájaro ilustrado— ¿Ves?

—Dibujas hermoso.

—Gracias Lud.

Ambos estaban sentados en el jardín trasero de la casa de los Vargas. Varios pájaros cantaban a la luz del día y Feliciano aprovechó la oportunidad para dibujarlos. El príncipe amaba aquel ambiente tranquilo, especialmente luego de que Rowena se convirtiera en su madrastra. Estar lejos del palacio parecía calmarlo. Gilbert tampoco estaba de muy buen humor. Él desconfiaba fuertemente de Rowena y siempre la observaba para asegurarse de que no hiciera nada malo. Estaba convencido de que tenía un plan malévolo y no tardaría en llevarlo a cabo. Aun no tenía en claro de que se trataba; si es que planeaba asesinar a su padre o mantenerlo como su títere, pero pronto lo descubriría.

—Me gustaría dibujar tan hermoso como tú. Yo no tengo talento artístico.

Él se sentía un poco frustrado por este hecho. Su hermano y su primo tenían talento musical, Gilbert tocando la flauta y Roderich tocando el piano. Él era el único que no tenía talento en ningún tipo de arte.

—Podría enseñarte si quieres—le dijo Feliciano.

— ¿Crees que sea capaz de aprender?

—Todos pueden aprender.

La voz del abuelo y Lovino a lo lejos interrumpió su conversación. Ambos habían salido a la mañana y regresaban para almorzar. Ellos no sabían de la presencia de Ludwig, así que tenía que apresurarse para irse si no quería que lo vieran.

—Te veo mañana—le dijo a su amigo rápidamente antes de irse.

Ludwig salió del jardín justo antes de que el abuelo abriera la puerta y se encontrara a su nieto dibujando solo.

— ¿Dibujando otra vez?

— ¡Si! Ya estoy mejorando bastante.

— ¿No te molesta estar aquí solo?

A Romulus le llamaba la atención el comportamiento reciente de su nieto. Ya no los acompañaba al pueblo y se quedaba solo en la casa por un largo tiempo. Feliciano nunca fue una persona solitaria, así que era normal que se preocupara.

—Vi que estabas cocinando fideos—dijo el abuelo.

—Sí, era para almorzar.

—Bueno, no creo que podamos comer ahora. Tenemos que ir al mercado a comprar papas y necesitamos tu ayuda para traer más bolsas.

—Oh, entonces voy a servir la comida y dejaré que se enfríe.

Feliciano fue hasta la cocina, donde se encontró a su hermano quien lo miraba serio. Lovino creía fuertemente que su hermano ocultaba algo, y no lo convencían las excusas que daba.

[Hetalia] Cuento de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora