Paraguas

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Esa noche Malfoy volvía a estar en el sofá de Granger y un duplicado del muro que tenían desplegado en la sala del Ministerio se encontraba en una de las paredes del salón.

Habían pasado las últimas dos horas revisando los primeros listados que les habían dado los chicos de Harry y, por el momento únicamente tenían tres brujas que se ajustaban a los parámetros que habían establecido.

El equipo de aurores seguía verificando las características físicas de las mujeres porque, aunque tenían por el momento unas setenta brujas censadas de entre veinticinco y treinta y cinco años con una R en su inicial aún tenían que comprobar si eran castañas de ojos marrones, cualidad indispensable para ser una víctima potencial.

—Rebecca, de Suffolk —estaba diciendo Granger mientras garabateaba en un papel — veinticinco años. Raven de Londres, treinta años y Rowena de Cheshire, treinta y uno —frunció el ceño miró el muro —¿De verdad crees que es inminente? —clavó sus ojos del color del whisky añejo en él — el primer crimen tuvo lugar hace diez meses —sacudió la cabeza.

—Vayamos con eso —Draco se puso en pie y miró a la primera víctima — 3 de Enero en París —tocó con la punta de la varita a la siguiente —31 de Enero en Grenoble, 2 de Marzo en Verona, 27 de Marzo en Roma, 5 de Mayo en Madrid, 1 de Junio en Valladolid, 12 de Septiembre en Oxford, 26 de Septiembre en Godric's Hollow y 1 de Octubre en Surrey.

—Dos víctimas en Enero en Francia —simplificó Hermione anotando los datos de otro modo —Nada en Febrero y dos en Italia en Marzo, ninguna crimen en Abril, después dos España; una en Mayo y otra en Junio. Volvemos a no tener víctimas ni en Julio ni en Agosto y después empezamos en Inglaterra, 12 de Septiembre, dos semanas después el 26 y cinco días después la última.

—¿Has viajado a Francia, Italia o España este año? —preguntó Draco.

—No —ella chasqueó la lengua como si le molestara la pregunta —ya he ido por ahí, Malfoy. No he viajado a ninguno de esos paises este año, de hecho no conozco España, ni he ido a Verona ni Grenoble. La última vez que visité Paris fue antes de la guerra y a Roma fui una vez hace unos años.

—¿Por qué Francia entonces? —murmuró el mago más para si mismo que para ella — ¿Por qué en París nuestra primera víctima?

—¿Y qué pasó entre Junio y Septiembre?

—Me da que no se fue de vacaciones —replicó él, sarcástico —Hay algo que no estamos viendo, tenemos que averiguar cuál fue el detonante.

—¿Qué sabéis de la primera víctima? Supongo que hablasteis con su entorno, familia, amigos ¿Por qué no nos centramos en ella? Tal vez es la clave de todo.

El frunció el ceño y volvió a su silla. No necesitaba leerlo, Draco había pasado horas con el informe de Hélène en las manos, no solo porque al ser la primera de las víctimas regresaba una y otra vez a su historia tratando de encontrar un inicio a toda aquella locura, sino porque la primera vez que vio la foto, al igual que le ocurrió a Potter, él también había recordado a Granger, sin imaginar, ni de lejos, que realmente estaba metida en ese sinsentido.

—Fue encontrada por la policía muggle en su domicilio. Su compañera de piso pasó la noche fuera y, al regresar la halló muerta en su cama, semidesnuda. Sus padres habían fallecido un par de años atrás en un accidente automovilístico, no tenía hermanos ni parientes cercanos y tampoco una relación sentimental, al menos una que su compañera de piso conociera. En un primer momento los muggles buscaron huellas e hicieron cientos de pruebas que inutilizaron el escenario del crimen para nosotros. Cuando tuvimos acceso a él ya no había nada que pudiera servirnos de algo —se recostó en la silla y dibujó arabescos con las yemas de los dedos sobre la mesa —Cuando pude revisar el informe no había nada demasiado interesante. Trabajaba media jornada en una tienda de ropa en la avenue des Champs-Élysées y realizaba un máster en Derecho Internacional en la Université Paris Cité. No tenía muchos amigos, se había mudado desde Poitiers tras la muerte de sus padres y en aquella ciudad tenía algún primo segundo y amigos de la infancia —resopló con frustración —era una chica joven, bonita y bastante solitaria.

—Además era muggle —Hermione miró la foto de la joven y se cruzó de brazos —nuestro asesino es un mago por lo tanto no creo que el nexo esté en la universidad ni en su empleo ¿Qué hacías en tu tiempo libre? —preguntó a la estática fotografía —De la otra chica, Élise ¿Tienes algo más?

—Sí —Draco rebuscó entre los pergaminos, de la segunda mujer tenían mucha más información y no recordaba toda —Estaba estudiando en la Université Grenoble Alpes una licenciatura en Química. Toda su familia residía en Lyon, sus padres y sus tres hermanos pequeños. Su novio, compañero en la universidad, fue quien encontró el cuerpo en el pequeño piso que compartían. Le gustaba esquiar, la escalada, el trekking y las actividades deportivas en general. Era sociable, divertida, alegre y tenía muchos amigos en Grenoble y Lyon. La última persona que la vio con vida fue su amiga Sophie con la que comió ese día, se despidieron en la universidad y cuando su novio llegó por la noche ella estaba muerta.

—Nada en común, salvo que eran francesas —murmuró Hermione.

—Nada. Nunca se habían visto, es más, en toda su vida Hélène sólo había viajado de Poitiers a París y Élise únicamente había ido a París siendo niña.

—¿Crees que simplemente las veía y las escogía por su parecido a mí?

—Ahora sí, lo creo.

Hermione apretó los labios sintiéndose demasiado culpable y suspiró.

— Voy a pedir en Registros los datos de los trasladores aprobados entre Londres y París desde... Noviembre del año pasado a Enero de este año —dijo Hermione —pediré también los que se hayan aprobado a Madrid, Roma y Verona para contrastar la información y ver si se repite algún nombre.

—Buena idea. Aunque si ha viajado con métodos muggles no servirá de nada.

—¿Cómo era eso que dijiste, Malfoy? No podemos abarcar todo así que debemos ser pragmáticos y valorar el conjunto

Una sonrisa lenta y peligrosa se dibujó en los finos labios de la antigua serpiente.

—Vaya, veo que me prestas atención —dijo, burlón.

—Solo cuando dices cosas interesantes, lo que no es demasiado a menudo —miró el reloj y bostezó —¿Quieres que pida algo de cena?

—Creo que no —en un arrebato se levantó y se estiró —vayamos a cenar algo fuera, aireemos el cerebro y estiremos las piernas.

—¿A cenar? ¿Tú y yo? —preguntó ella, ligeramente conmocionada.

—Granger, Granger. No te estoy pidiendo una cita —dijo con aquella sonrisa de vuelta en su afilado rostro —una cena entre dos compañeros que están llevando un caso de mierda.

Ella lo pensó por un momento y se dio cuenta de que aquel nuevo Malfoy que había regresado a Londres era muy distinto al que se había marchado diez años antes, no se parecía en nada al abusón de la escuela o al adolescente cobarde y asustado que había sido.

El hombre que había regresado se veía curtido, confiado, maduro y seguro de sí mismo. Puede que el trasfondo despótico, dominante, frío y sí, algo idiota, siguiera allí, pero lo cierto era que, pese a la terrible situación en la que se encontraban, disfrutaba de su compañía más de lo que jamás admitiría ante nadie. Era inteligente, agudo y perspicaz y estudiar con él aquel caso estaba siendo bastante interesante, si obviaban el horror que se perfilaba detrás de todo.

—Está bien. Deja que coja un paraguas e iremos al italiano que hay en la esquina. Es un sitio muy bueno y sus cannoli son espectaculares.

Draco abrió la puerta, hizo una burlona reverencia y la cedió el paso.

—Pagas tú —dijo cuando cerró tras él.

—Qué caballeroso, Malfoy —respondió ella con una risa baja.

—Es sólo para dejarte claro que no es una cita —se encogió de hombros con elegancia y esperó a que ella abriera el paraguas para meterse debajo —te veías preocupada por ello.

Memento MoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora