Boca

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—¿De verdad tiene que seguir viviendo en mi salón, Harry?

Habían ido a la comida mensual en la Madriguera y, como siempre, parecía que la vida de cada uno de ellos se exponía en común y todos y cada uno de los miembros de esa peculiar familia, discutían los detalles como si hubiesen diseccionado una rana en clase de biología y tuvieran que hablar de cada condenada parte con minuciosidad.

—La verdad es que no —el moreno se colocó sus gafas y cogió un caldero relleno del plato que tenía en frente —pensamos que era una buena idea antes de que la novena víctima apareciera pero, la realidad es que... en fin, por mal que pueda sonar, no creo que corras peligro por el momento.

—No al menos hasta que mueran cinco mujeres más —terminó ella con gravedad sintiendo un hondo malestar en la boca del estómago que le quitó el hambre.

—¿Podríamos intentar no hablar de estas cosas en la comida? —Molly miró de soslayo la mesa de los niños donde Dominique, Louis, la pequeña Molly, Lucy y Fred Jr comían entre risas, firmemente controlados por los más mayores, Teddy y Victoire.

—Oh Molly —Angelina se frotó su enorme tripa de embarazada y sonrió —ni siquiera creo que nos estén prestando atención.

—¿Te sientes bien? —George puso la mano sobre la de su esposa y la miró con preocupación.

—Perfectamente, es solo que a veces el bebé patea demasiado por ahí dentro.

—Yo he empezado a notar esos movimientos —intervino Ginny cuyo estado de embarazo no era tan notable —es increíble —sus ojos castaños brillaban de alegría —creo que está siendo la experiencia más maravillosa de mi vida.

Audrey, Fleur, Angelina y ella se lanzaron a hablar acerca de todos los síntomas y las vicisitudes de la maternidad mientras Hermione, tragando saliva con más incomodidad de la que nunca reconocería, continuó hablando con Harry del tema que más le importaba a corto plazo.

—¿Entonces por qué no se va de mi casa?

Harry sonrió algo inquieto.

—Bueno, a ver... sabes que al solicitar su ayuda corre de nuestra cuenta su... digamos parte de sus gastos y su alojamiento —carraspeó ligeramente —tal vez el hecho de que esté en tu casa...

—¡No! —Hermione apoyó ambas manos sobre la mesa y se inclinó hacia su mejor amigo —¿Dime que no me estás diciendo que le tengo en mi salón para ahorrar unos galeones al Ministerio?

Harry se colocó de nuevo las gafas.

—Visto así...

—No me lo puedo creer, mañana iré a hablar con Kingsley.

—Hermione, tú mejor que nadie sabes que el presupuesto del Departamento este año ha sufrido algún ajuste, no podemos permitirnos alojar a Malfoy indefinidamente y el Ministerio francés ha sido tajante al respecto. La Interaur nos deriva sus servicios y le mantiene en nómina, por supuesto es un caso tan suyo como nuestro, pero su alojamiento y sus gastos menores corren del lado del Ministerio británico.

Ella frunció el ceño, su cerebro verificando las leyes reguladoras que habían aprobado en los últimos años en cuanto a Cooperación Internacional y los útlimos datos presupuestarios que había firmado el mes anterior.

—Mierda —susurró finalmente.

Harry tenía razón.

Meter a Malfoy en un hotel o incluso en un pequeño piso de forma indefinida haría saltar el presupuesto departamental por la ventana.

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