Juramento Inquebrantable

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#DramaModeOn

A ver qué tanto me odiáis hoy.



Draco bebió otro trago de su whisky de fuego y dejó la copa vacía sobre la barra junto a unos galeones.

Había decidido ir hasta allí con uno de sus compañeros después de trabajar y empezaba a arrepentirse de la idea.

Cristophe había invitado en el último momento a unas bonitas brujas algo más jóvenes y estaba sentado con una de ellas en los sillones y, por la forma en la que rebuscaba en su garganta, el rubio se preguntó si la estaba besando o realizándole una traqueotomía.

—¿Quieres que salgamos? —la otra, de la que ni siquiera recordaba el nombre, apoyó la mano en el muslo de Draco, peligrosamente cerca de su entrepierna.

—No

Le sujetó la muñeca y la apartó con brusquedad.

—No estoy interesado —la fulminó con la mirada y la mujer le frunció el ceño y se fue, mosqueada.

Se había vuelto un gilipollas, seguramente fuera cierto, pero lo último que quería era enredarse con nadie en esos momentos. Ni siquiera soportaba la idea de imaginarse tocando a ninguna otra mujer.

Abrió la puerta del local y salió a la calle, respirando profundamente.

Había pasado algo más de un mes desde que dejó Londres y tres semanas desde la última vez que escribió a Granger.

Se colocó la túnica y metió las manos en los bolsillos mientras caminaba por aquella pequeña calle del París mágico.

Ella le había continuado escribiendo únicamente dos cartas más. Cuando Draco no respondió a la tercera, dejaron de llegar y él no pudo evitar recordar la conversación que tuvo con Astoria donde le criticó que no hubiera sabido entender la negativa con la falta de respuesta a sus misivas. Evidentemente Granger era mucho más inteligente.

Había sido muy difícil tomar esa decisión, de hecho la primera semana la escribió casi cada día y fue precisamente esa dependencia y lo mucho que eso le distraía de la misión en la que se encontraba, lo que le hizo espaciar la comunicación. La segunda semana solo la escribió una vez y, dándose cuenta de que no había sido imposible, decidió dejar de escribir para ver si era posible cortar ese vínculo.

Casi seis semanas después podía decir que había dejado de pensar en ella casi cada hora y apenas lo hacía una vez al día.

Pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Al volver a Francia y dejar de nuevo Londres atrás, empezó a pensar que todo lo ocurrido en Inglaterra fue algo puntual, un momento robado al tiempo, unas pequeñas vacaciones de la realidad.

Su vida estaba en Lyon y no podía dejar que las emociones lo gobernaran todo porque entonces dejaría de ser tan buen auror como era, dejaría de vivir para su trabajo y tendría que compaginarlo con una vida personal y no estaba seguro de querer hacerlo. Ni siquiera estaba seguro de poder hacerlo. Pero había algo de lo que sí estaba total y completamente seguro y era de que él no se merecía a Hermione Granger.
Necesitaría redimirse durante al menos cinco vidas más para siquiera empezar a ser digno para el cargo de amigo, diez para aspirar a algo más allá de eso.

Además, si antes había creído ser consciente de todo lo que había hecho mal en el pasado, ahora que la conocía de la forma más íntima después de aquellos meses de convivencia, se había dado cuenta de que no solamente ella no era impura, sino que, en realidad, si en lugar de catalogar la pureza por la sangre se catalogara por la naturaleza intrínseca de la persona, ella era, sin genero de duda, la pureza hecha carne y él el impuro de alma sucia.

Memento MoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora