Draco, Harry, Emma y tres aurores más, se aparecieron a las puertas de Gringotts donde habían visto a entrar a Justin hacía menos de dos minutos.
Potter le miró y Draco asintió, comenzando a caminar hacia el banco.
—No dejéis que salga.
Los aurores, delante de la salida del edificio comenzaron a realizar distintos conjuros de protección mientras Harry y él entraban. No tenían miedo de que pudiera escaparse ya que el banco tenía hechizos antiaparición, pero teniendo en cuenta la habilidad de animago que tenía y, con la experiencia de Peter Pettigrew a sus espaldas, Harry no quería arriesgarse a que pudiera tener una sola oportunidad de fuga por pequeña que fuera.
—Ahí está —dijo Harry a Draco mientras ambos caminaban con paso enérgico por el pasillo. Los duendes les contemplaban con curiosidad aunque no dejaban su trabajo mientras los veían pasar —Justin —la voz del auror hizo que el otro hombre se girase.
—Oh, hola Harry —su saludo fue alegre y aquello hizo que ambos hombres se quedaran momentáneamente paralizados —¿Cómo estás? Hace mucho tiempo que no te veía ¿Qué tal está Hermione?
Draco miró a Potter frunciendo el ceño. Se esperaba quizás más dramatismo, una huída, algo de furia, de desdén incluso un poco de burla habría estado bien pero ¿Qué le pasaba a ese idiota? Se preguntó si tal vez su estrategia iba a ser hacerse el tonto. No sería la primera vez que se encontraba con un perfil como ese.
—Justin, quedas detenido.
La sonrisa del hombre se extinguió al instante y parpadeó con confusión.
—¿Cómo dices? —sacudió la cabeza y vio, horrorizado, como su varita saltaba de su mano hasta la de Potter y como sus brazos se estiraban hacia atrás y sus muñecas quedaban atadas juntas —¿Harry es una broma? No tiene gracia ¿Qué es lo que pasa?
—Lo siento Justin —Potter frunció el ceño y comenzó a recitarle sus derechos —quedas detenido por el asesinato de Anne Roberts, Eleanor Brandstone, Abigail Nicola, Rachel Greengrass, Amelia Jonson y Noelle Jordan, por el intento de asesinato de Adalid Jones, las amenazas a Hermione Jean Granger, por el uso de la animagia sin registro previo y distintos cargos internacionales de los que se te acusará posteriormente...
—¿Asesinatos? ¡Merlín Harry! ¡Yo no he matado a nadie! —Justin, nervioso, empezó a intentar soltarse gritando en medio de Gringotts.
—... tienes derecho a guardar silencio, no contestar a nuestras preguntas o declarar únicamente ante el Wizengamot. Tienes derecho a declararte inocente...
—¡Es que soy inocente, maldita sea Harry, suéltame!
—... y a no declarar contra ti mismo. Tienes derecho a una defensa. Tienes derecho a contactar con un familiar o persona de tu elección...
—¿Qué está pasando, Harry? —Justin dejó de intentar soltarse y se quedó completamente quieto.
—Lo siento Justin. Estás detenido.
—Estáis cometiendo un error —dijo repentinamente serio —os arrepentiréis de esto.
—Ultimamente —Draco le agarró del hombro y tiró de él hacia la salida mientras Harry se disculpaba con los duendes por el espectáculo ocasionado —todo el mundo parece querer amenazarme de la misma forma.
Nada más poner un pie en el Callejón, ambos hombres se aparecieron con el detenido.
...
Esa noche, mientras ambos estaban desnudos y acariciaban sus cuerpos con lánguidas caricias después de haber hecho el amor, porque sí, Hermione hacía mucho que había dejado de hablar de sexo, le dijo lo que llevaba todo el día atormentándola.
—¿Cuándo te vas?
Él se quedó en silencio y ella pudo sentir la tensión de su cuerpo.
—Mañana —dijo después de un rato.
Hermione cerró los ojos y se acurrucó más contra él, repentinamente aterrada ante la idea de volver a quedarse sola.
Draco siguió acariciando su espalda con movimientos circulares y besó su sien de forma distraída.
—¿Me escribirás? —preguntó de nuevo poco después.
—Sí
Y ambos se quedaron en silencio, buscándose una vez más, tratando de crear todos los recuerdos posibles en las horas que les quedaban juntos.
Por la mañana cuando Hermione se despertó y vio su lado de la cama vacío, supo que Draco se había marchado.
Tragando saliva se llevó una mano al pecho, a ese lugar que, de pronto, parecía arder con el vacío más absoluto.
—Oh Dios —inspiró hondo y cerró los ojos, mareada.
Se tumbó de nuevo en la cama y trató de relajarse, luchando contra un repentino ataque de ansiedad.
Inspirar y respirar.
Tenía que confiar, se dijo. Aquello no era el fin del mundo.
Inspirar y respirar.
Ella era adulta, fuerte, valiente y dura.
Inspirar y respirar.
El dolor siempre pasaba y además el no se había marchado para siempre.
Inspirar y respirar.
Poco a poco sus latidos se fueron calmando al igual que los pitidos que escuchaba. Sus temblores y el sudor frío remitieron. Abrió los ojos.
El dolor de la ausencia era casi físico y Hermione se asustó de la intensidad de sus sentimientos por Draco.
Sí, sabía que se había enamorado, era una mujer adulta capaz de comprender sus emociones y habría sido absurdo mentirse a sí misma.
Aquellos meses de convivencia habían empezado siendo una atracción física coronada con un sexo espectacular, pero eso, poco a poco, fue derivando en algo más. La ternura se fue filtrando en su extraña relación, la risa, las caricias, los besos cálidos, dormir abrazados, despertar entre gemidos lánguidos, ver películas enredados en el sofá...Volvió a cerrar los ojos y sintió una única lágrima resbalando por su mejilla.
Iba a ser muy difícil volver a la rutina sin él, volver a estar sola una vez más.
No estás sola, le dijo una vocecilla en su cabeza,
Pero no era cierto, si que lo estaba, tenía mucha gente a la que quería y que la quería pero al final del día, cuando regresaba a casa, ya ni siquiera tenía a Crookshank para que la esperara y como Draco había aparecido de nuevo en su vida poco después de perder a su amada mascota, ahora tendría que llorar la pérdida de ambos.
Se incorporó decidiendo que lo mejor que podría hacer era darse una ducha, despejarse y volver a la rutina lo antes posible pero, antes de levantarse vio el pergamino que había doblado sobre la mesilla.
Lo tomó y lo desdobló con manos temblorosas.
No me gustan las despedidas y no sé si sería capaz de enfrentarme a lágrimas en este momento.
— Imbécil —dijo en voz alta limpiándose una nueva lágrima con rabia — No soy ninguna tonta llorona.
prefiero irme así, dejándote dormida. Salgo para Francia en un traslador de urgencia, tengo que terminar unos informes y además me requieren en París.
Te escribiré.
Cuídate.
DM
No era la carta más romántica que Hermione había recibido alguna vez, pero suponía que Malfoy tampoco era del tipo que escribía poemas ¿Verdad?
Suspirando, dejó el pergamino en el lugar en el que lo había encontrado y caminó hacia el cuarto de baño.
A Draco le requerían en París y ella debía ir al Ministerio. Estaba segura que, después de la detención de Justin el día anterior, el Departamento de Seguridad Mágica sería un hervidero de chismes y problemas.
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Memento Mori
FanfictionDiez años después de la Batalla de Hogwarts, Draco Malfoy es un auror internacional que no ha pisado Inglaterra desde que terminaron los juicios. Cuando un asesino en serie al que lleva meses buscando mata en Londres, el Jefe de Aurores de Reino Un...