Hermione sintió que alguien le había lanzado un hechizo petrificador y la había dejado completamente paralizada o quizás un levicorpus que la había dado la vuelta hasta quedar colgada del revés porque, cuando la boca de Malfoy rozó la suya y su lengua empujó entre sus labios buscando una respuesta más íntima a su contacto, su mundo dio un giro de ciento ochenta grados.
Con un gemido de lo que no era otra cosa más que aceptación, ella entrelazó las manos por detrás de su cuello y suspiró contra sus labios, devolviéndole el beso con ímpetu e igual voracidad. Enredó la lengua en la de él sin titubeos, sin dudas o temores, besándole como si hubiera esperado aquel momento durante toda su vida.
Ambos se vieron atrapados por aquel beso y se abandonaron a el, dejando que sus mentes se quedaran en blanco y sus cuerpos fueran quienes tomaran el control.
Draco gruñó cuando ella se aplastó contra su cuerpo calentándole por encima de las túnicas. Pudo sentirla incluso con la ropa impidiendo que sus pieles se rozaran y se estremeció cuando ella hundió los dedos en su cabello.
Granger era tan jodidamente receptiva que quiso aparecerse con ella en su apartamento, tirarla sobre aquel condenado sofá y follársela hasta que ambos perdieran el control y el sentido del tiempo y el lugar.
La deseaba.
Merlín, no creía haber deseado nunca a ninguna mujer del modo en que la deseaba a ella, con esa ansia febril, esa desesperación tan absoluta.Sin poder evitarlo metió las manos bajo su camisa, necesitando rozar su piel con la yema de los dedos y ella gimió en respuesta, hundiendola la lengua aún más profundamente en la boca de él.
Santo Merlín, era como miel, dulce, cálida, adictiva.
Draco amaba el sabor de la miel en su té de la mañana, la textura ligeramente pegajosa y tibia y no pudo evitar preguntarse cómo sería hundir la boca en su sexo y lamerla hasta que el climax la alcanzara y su sabor más íntimo y privado se derramara en su boca hasta volverle completamente loco.
Jadeando y tan excitado que su miembro dolía tras la prisión de sus bóxers, apretó sus nalgas entre las manos y la pegó a sus caderas hasta que ambos pudieron sentir la excitación del otro.
Los gemidos que escapaban de entre los labios de la mujer cuando rompían un beso para comenzar otro, eran suaves y temblorosos, una melodía compuesta sólo para sus oídos, sólo para él.
—Llevas días volviéndome completamente loco —siseó contra su boca, clavando sus orbes de plata fundida en los suyos.
—Y tú a mí —respondió ella, jadeando, haciendo alarde de la valentía que había hecho que la pusieran en Gryffindor.
—Mierda —murmuró Draco que no se había esperado aquella respuesta sincera y brutal.
Sus ojos la buscaron y decidió que ser directo era lo mejor en su situación ya que habían cruzado la línea ambos con ese beso.
—Vamos a tu casa —dijo en un tono grave y gutural —vamos a terminar esto, Granger.
Ella le miró, en silencio, durante unos segundos que se le hicieron eternos hasta que se mordió el labio, húmedo e hinchado de sus besos y asintió.
Draco estuvo a punto de gemir de alivio pero se limitó a tirar de su mano hasta el primer callejón oscuro que encontró y la empujó hasta allí para aparecerse con ella en el salón que se había convertido en su dormitorio en las últimas semanas.
Granger parecía incrédula, incapaz de entender cómo había llegado hasta allí. Draco se dio cuenta por la forma en la que se tensó y se acercó a ella por la espalda, para nada dispuesto a dejar que pensara en ello y pudiera echarse atrás de la decisión que ambos habían tomado.

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Memento Mori
FanfictionDiez años después de la Batalla de Hogwarts, Draco Malfoy es un auror internacional que no ha pisado Inglaterra desde que terminaron los juicios. Cuando un asesino en serie al que lleva meses buscando mata en Londres, el Jefe de Aurores de Reino Un...