Sir Nicholas de Mimsy-Porpington

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Harry encontró a Malfoy en el apartamento de Hermione.

Estaba sentado en el sofá en el que se había quedado al principio de toda aquella historia. Tenía los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos, se veía perdido, derrotado.

Se acercó a él y se sentó a su lado, recostándose contra el respaldo.

Pasaron varios minutos allí, ambos en silencio, ambos perdidos en sus propios pensamientos.

—Es culpa mía —dijo el rubio al cabo de un rato.

—No es cierto —respondió Harry con rotundidad.

—Si hubiera vuelto...

—Ambos sabemos que no podrías haber vuelto sin una orden —intervino Harry —estabas en una misión en París... no hubieras estado aquí aunque lo... lo vuestro hubiera llegado a ser algo.

—Era algo —masculló Draco con rabia —yo fui quien lo jodió todo... como siempre. Pero si no lo hubiera hecho, ella al menos habría seguido con el brazalete, que no solo la hubiera protegido si no que, además, tiene un hechizo localizador.

—Tienes que salir de ese bucle —dijo Harry —y dejar de tener miedo.

—No soy ningún cobarde, Potter.

—Claro que no, pero dejaste a Hermione atrás por miedo —inspiró y dejó salir el aire despacio —¿Recuerdas a Sir Nicholas de Mimsy- Porpington?

—¿Casi decapitado? —preguntó Draco —¿El fantasma de Gryffindor?

—El mismo. Una vez me dijo algo que me hizo pensar. Me dijo que tenía miedo de la muerte y por eso eligió quedarse atrás. Me contó que a veces se decía a sí mismo que no sabía nada de los secretos de la muerte, porque eligió una débil imitación de la vida —se cruzó de brazos mirando al rubio —elegiste una pobre imitación de la felicidad, porque tenías miedo. En lugar de elegirla a ella, de enfrentar el siguiente paso, preferiste quedarte en lo que ya conocías, incluso si era un lugar árido en el que no debías estar. Igual que la elección fácil que tomó Sir Nicholas.

Draco seguía sin mirarle, aún con la cabeza entre sus manos.

—¿Qué tenemos de McLaggen? —preguntó al cabo de un rato, respirando profundamente.

— Más de lo que pensábamos —Harry dejó salir el aire con un suspiro — Detuvimos a Melisa y cuando se enteró de lo que le había ocurrido a Hermione nos contó que Cormac la visitaba en sus descansos algunas veces. No sabe nada pero él tuvo acceso a los registros mágicos por lo que pudo quitar todo lo que pudiera implicarle como viajes o trasladores.

—Siempre pensé que Cormac era un orangután estúpido —murmuró Malfoy.

—Y yo.. Ese fue nuestro error —se frotó el puente de la nariz —Hemos estado investigándole. Después de Hogwarts pasó un par de años recorriendo el mundo, Asia, Sudamérica, Islandia, África, Europa... Cuando regresó a Inglaterra entró a trabajar en el Departamento de Transportes Mágicos, primero en Control Regulatorio de Escobas pero, unos meses después, gracias a la influencia de su tío Tiberius, acabó en la Oficina de Trasladores. Hizo viajes a Roma, España y Francia de forma regular, trabajando en un proyecto conjunto con los Ministerios de aquellos países.

—Maldita sea, ni siquiera pensamos en comprobar a los trabajadores del Ministerio.

—Nadie pensó en él. No sólo porque no aparecía en los listados que hicimos ni formaba parte de los criterios que establecimos, es que ¿Quién podría haber pensado en él como en un asesino en serie? —chasqueó la lengua —maldita sea, Malfoy, en el colegio no era el más brillante, sobresalía por su mal genio, su prepotencia y su grosería —le miró de reojo —casi como tú.

—Yo soy brillante, Potter —replicó el rubio.

—Y con mal temperamento, prepotente y grosero.

Draco se encogió de hombros pero no le corrigió.

—Si no recuerdo mal, algunos de los rasgos de un sociópata son arrogancia, falta de empatía, falta de conciencia, narcisismo, insensibilidad, impulsividad, reacciones violentas ante el estrés...

Harry quiso sonreír y decirle, nuevamente, que el Draco que él recordaba de Hogwarts podría ajustarse a ese mismo perfil, pero estaba demasiado preocupado por Hermione como para disfrutar del todo de la broma por lo que decidió callarse.

—No conozco al Cormac adulto, pero el que conocí en la escuela posiblemente podría ajustarse a esos parámetros. Además podríamos añadir el acoso, tanto a los rasgos de la sociopatía como a McLaggen. Durante un tiempo acosó a Hermione en Hogwarts.

Draco maldijo en francés y apretó las mandíbulas, furioso.

—Y de adulto decidió retomar el hábito —resopló con frustración —joder, Potter ¿Cómo es posible que haya matado a tantas mujeres delante de nuestras narices? Ni una jodida pista, nada que nos haya llevado hasta él. ¡McLaggen no es tan listo!

—Eso pensábamos, pero lo ha sido —Harry sacudió la cabeza —no solo eso, desde que dejó el colegio ha sido un modelo de comportamiento. Todo el mundo que le conoce dice que es educado, que siempre saluda, que siempre tiene una palabra amable. En su departamento todo el mundo alaba lo buen trabajador que es, lo buen compañero...

—Rasgos comunes de un asesino en serie —intervino Draco —psicopatía o trastorno antisocial de la personalidad, narcisista, manipulador, lobos con piel de cordero —se levantó, dejando que su parte más profesional tomara el control porque era eso o volverse loco allí sentado —Hagamos una imagen de lo que pudo pasar. Va a París en uno de sus viajes de trabajo y conoce a la joven Hélène Lambert, quedan, toman una copa, van a cenar —camina de lado a lado por el salón, pensando en sus próximas palabras —quizás se conocen un poco más hasta que él intenta un acercamiento que no le sale bien. Se enfada, la fuerza porque a él nadie le rechaza, menos aún una mujer que no es siquiera una bruja y que tiene el rostro de Hermione. Sería como ser rechazado por ella una vez más. Después, una vez que lo ha probado, necesita de nuevo ese placer que le proporciona el poder, esa sensación de control, así que busca una nueva víctima, una nueva Hermione, y hace lo mismo. Una y otra vez.

—Pero no es suficiente —murmura Harry

—No, no lo es, no lo es porque él realmente quiere conseguirla a ella. La única mujer que le ha rechazado, esa espina que tiene clavada desde que no era más que un adolescente.

Harry se estremeció.

—Y por eso su objetivo, por eso es búsqueda tan exhaustiva de víctima... pero entonces —continuó Harry —algo falla en tu historia. ¿Por qué el acróstico si la primera fue una casualidad?

—Tal vez lo fue y simplemente, después de asesinarla fue cuando pensó en todo lo demás o quizás realmente eligió a la primera mujer por sus iniciales... No lo sé.

—Con todo esto ha demostrado ser mucho más inteligente de lo que yo pensaba.

—Lo que ha demostrado es estar mucho más loco.

—¿Cómo vamos a encontrarla, Potter?

—Tengo a alguien en ello —Harry se masajeó las sienes.

—¿A quién? —Draco levantó la ceja, interrogante.

—El mejor rastreador de Inglaterra.

De pronto una lechuza picoteó el cristal de la ventana. Harry se levantó, abrió, tomó la nota y volvió a cerrar cuando el ave levantó el vuelo.

—Tenemos una pista.

Draco se levantó y fue hacia él para leer el papel.

—¿A qué estamos esperando?

Memento MoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora