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ACT 01 / DEATH FIVE open your heart to someone
—Ya déjenlo —soltó la chica, colgando un bate de béisbol sobre su hombro.
—¿Kinoko? —cuestionó un chico—. Vamos, no seas así, sólo nos estamos divirtiendo.
—¿Con una persona? Eso es inhumano —dijo ella, acercándose al grupo de matones—. Déjenlo.
—Es nuestro amigo —carcajeó otro, mirando a su víctima—. ¿Verdad que somos amigos y no te molesta lo que te hagamos? —cuestionó, amenazando con la mirada al de lentes. Él sólo pudo asentir con la cabeza, mirando hacia abajo.
—Un verdadero amigo no haría lo que ustedes le hacen —habló, posicionando el bate a su lado. Los chicos retrocedieron—. Saben que no uso la violencia a menos que me sienta obligada.
—Eres una aguafiestas, Kinoko —terminó por suspirar el líder de los matones, pateando una piedra en dirección al pobre chico de lentes, riendo cuando él se sobresaltó y dejando de reír en el momento que vio la mirada que la chica le dedicaba—. Ya nos vamos. Deja ese bate, ¿quieres?
—No puede, es parte del club de béisbol —se burló un chico—. No dejaría su preciado bate así se lo dijeras, Yamamoto. ¿Verdad, Kinoko?
—Siempre teniendo la razón, Tanaka —contestó ella con sarcasmo—. Váyanse y hagan algo por sus vidas. No lo sé, estudien, están a punto de reprobar el año.
—¿Nos ayudas a estudiar —le cuestionó otro, carcajeando—. ¡O mejor, que nos ayude Niragi!
—¿No pueden hacer algo tan sencillo como estudiar por su cuenta? —les preguntó, alzando una ceja—. ¿O sólo saben meterse con otras personas? Son patéticos.
—Kinoko, nos ofendes.
—Eso es lo que busco. Ya váyanse —Ella dejó escapar un suspiro cuando el grupo se fue, girando a mirar al chico detrás de ella—. Deberías defenderte, ¿sabes? No siempre podré hacerlo yo.
—N-No sé como... —tartamudeó el chico.
—O deberías empezar por cambiarte el look —dijo ella, sonriendo un poco al ver como él se había sonrojado cuando ella le acomodó los lentes—. Esos lentes y ese cabello atrae a los matones. Tal vez si te cambias el corte y te pones unos... no sé, ¿piercings?
—¡¿Piercings?! —exclamó él, atónito.
—Incluso podrías hacerte un tatuaje —se burló la mitad coreana—. Mira, yo tengo uno.
—... ¿One piece? —balbuceó el contrario, viendo con vergüenza el tatuaje en la pierna de la fémina.
—Me gusta One Piece —mencionó ella. El de lentes asintió con la cabeza, escuchándola—. ¿Has visto a Zoro? ¡Es increíble! Algún día quiero pelear como él. Oye, ¿me escuchas?