02. DEATH TWENTY-SEVEN | all against the king of spades

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ACT 02 / DEATH TWENTY-SEVENaguni

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ACT 02 / DEATH TWENTY-SEVEN
aguni

    —¿Por qué me ves así?

    Kinoko tragó saliva, pálida. Todavía en el suelo, se arrastró hacia atrás, alejándose.

    —¿Puedo ver fantasmas? —se preguntó a sí misma. Pero él la miró, y le extendió una mano para que se levantara. Kinoko, creyendo que era solo una visión, la tomó, pero se sorprendió tanto al sentir su tacto que volvió a caer al suelo.

    —¿Me ves cara de fantasma?

    De inmediato, se le formó un nudo en la garganta y sus ojos se cristalizaron. Tapándose la cara y soltando un sollozo, Aguni la levantó y la miró.

    —¡Idiota! —fue lo primero que le gritó. Tenía sentido, si Niragi había sobrevivido, Aguni también—. ¡¿Por qué no me dijiste que estabas vivo?!

    —Porque no sabía dónde estabas.

    —¡Pues debiste haberme buscado!

    —Ya te encontré. —Las lágrimas salían a montones de los ojos de Kinoko, mirando a su amigo con un puchero en los labios.

    —No sabes lo difícil que fue... —Decidida, Kinoko lo abrazó—. Te odio, no debiste asustarme así.

    Aguni no le respondió, pero le devolvió el abrazo. Estaban juntos de nuevo. Kinoko se sintió en paz.

    —¿Y tus otros compañeros? —le preguntó el hombre después de unos segundos.

    —Tatta murió —fue lo primero que contestó, tragando saliva— en mi hombro...

    Aguni sabía que aquello no había sido fácil para Kinoko. Dos personas cercanas a ella habían muerto frente a sus ojos; incluso él, que ella ya lo había dado por muerto hace tiempo. Kinoko no podía estar más feliz de que Aguni, el único amigo verdadero que le quedaba, estuviese con vida y a salvo.

    —Ah, Arisu y Usagi... —Ella miró a sus alrededores, pero todo estaba oscuro y no podía ver nada. Seguía en el bosque. Recordaba que Usagi se había separado de ellos, pero Arisu no—. ¿Arisu?

    —Por allá.

    Kinoko miró hacia la dirección en la que él le señalaba. Estaba con una chica.

    —¿Quién es ella? —A pesar de la oscuridad, la mitad coreana entrecerró sus ojos para verla mejor—. Se me hace conocida.

    —Heiya. Perdió su pierna en un juego, el Siete de Picas. —La boca de Kinoko se entreabrió al escucharlo, ya sabía de dónde se le hacía conocida.

    —Pensé que yo había sido la única que lo había completado... —Se quedó callada unos segundos, mirando a su amigo con los labios apretados—. ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo, Agni? —Le aliviaba el hecho de poderlo llamar por ese apodo de nuevo.

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