02. DEATH TWENTY-TWO | hold hands

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ACT 02 / DEATH TWENTY-TWOknow about the real world

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ACT 02 / DEATH TWENTY-TWO
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    —Kinoko... —Tatta soltó un canto de su nombre en un suspiro aliviado. Se removió un poco en su lugar, sin saber si correr a abrazarla o quedarse donde estaba.

    —Niragi. —En cambio, Kinoko miró con un ceño fruncido a Niragi, sintiendo un fuerte enojo dentro de ella al verlo ahí. Estaba vivo; calcinado, pero vivo—. Maldito...

    —Cuanto tiempo, Noko.

    —No me llames así. —Dio unos cuantos pasos hasta quedar frente a él, mirándolo como si no se lo creyera—. ¿Qué haces aquí? Tenías que estar muerto.

    —Aguni murió, no yo. —El chico frente a ella le sonrió de manera perturbadora, cosa que la hizo dar unos cortos pasos hacia atrás—. ¿No te alegras de verme?

    —Ni un poco —respondió en un susurro, tragando saliva al recordar lo de Aguni. Él había dado la vida para salvarla a ella y a los miembros de La Playa. Aguni tenía la intención de eliminar del juego a una persona tan problemática como lo era Niragi, pero ahora ese chico estaba frente a ella, y Aguni no.

    ¿Cómo pudo ser posible que Niragi sobreviviera y su mejor amigo no?

    Kinoko se giró, y miró a las demás personas presentes. Arisu, Usagi y Tatta. Con Niragi y ella, eran cinco. El total de jugadores para el Rey de Tréboles.

    —Creí que Kuina y Chishiya estaría con ustedes. —Metió sus dos manos en los bolsillos de su abrigo, fingiendo que no le aliviaba verlos con vida después de unos largos días. Tatta seguía viéndola con la boca entreabierta, sin decir nada.

    —Nos separamos de Chishiya cuando empezó el Rey de Picas. Y Kuina, bueno...

    —Cuando le dije que te habías ido, fue a buscarte —interrumpió Tatta de repente. Kinoko lo miró, y por un momento, su mirada se ablandó—. ¿Jugarás con nosotros?

    Y de nuevo, su expresión se endureció. Aún así, miró a sus otros dos amigos, pensando que no tenía otra opción.

    —No me queda de otra. Me costó llegar aquí —soltó en un suspiro, escuchando una carcajada por parte de Niragi. Usagi, al escucharla, tomó una de las muñequeras y se la colocó—. Es la única manera de evitar el Rey de Picas. —Caminó también hacia la redonda mesa de color blanco, tomando entre sus manos la muñequera negra y poniéndosela en su mano derecha. Arisu le siguió poco después, y por último Tatta.

    —No nos estorbes —dijo Tatta de repente, con molestia, dirigiéndose hacia Niragi—. Este juego requiere trabajo en equipo. —Y, al escucharlo, Kinoko sonrió ladinamente.

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