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02. DEATH TWENTY-SIX | would not fall into a vacuum again

ACT 02 / DEATH TWENTY-SIX
weren't they fireworks?

    Kinoko no había mostrado alguna sonrisa desde entonces. Su mirada siempre se encontraba perdida. Pero se había quedado con Arisu y Usagi. Ellos serían su única compañía a partir de ese momento. Y, por más que estuviese hundida en un vacío, no quería quedarse sola de nuevo. Ella regresaría al mundo real, volvería a ver a su madre, y aprendería inglés. Nunca estuvo interesada en el idioma, pero se había prometido aprenderlo después de aquella charla con Tatta.

    Ahora más que nunca, no podía morir. Por su padre, por Danma, por Aguni, y ahora por Tatta.

    A pesar de su mirada perdida, se dedicaba a concentrarse en otras cosas para no pensar en los sucesos del Rey de Tréboles. Después de que terminó, trató las heridas de Arisu y Usagi, estando al pendiente de su estado cada vez que podía. Ellos también estaban atentos a ella. Pero había una tensión entre ellos. A pesar de que hablaran entre sí, ninguno tenía ganas de hacerlo. Solo lo hacían para olvidarse de lo que sucedió. A pesar de que realmente nunca serían capaces de olvidarlo.

    —Cuando... escuché las últimas palabras de Kyuma, entendí algo.

    Kinoko contuvo la respiración al escuchar hablar a Arisu. Él seguía pensando en el juego recientemente jugado.

    —Originalmente, ellos eran jugadores. Pero ahora, se habían hecho ciudadanos y creaban juegos. Eso significa... que, incluso si ganamos todos los juegos, es probable que no podamos volver.

    —¿Qué? ¿Kyuma te dijo que nunca podremos volver? —le cuestionó Kinoko, con el ceño fruncido—. Si no te lo dijo, entonces no pienses cualquier cosa. No sé tú, pero yo más que nadie deseo volver al mundo original. Y eso es lo que haré. No importa cuantos juegos tengo que completar.

    Últimamente Kinoko estaba a la defensiva. No quería escuchar más a Arisu y sus estupideces, por lo que se levantó y se alejó de él y Usagi. Necesitaba espacio. No le gustaba tratar mal a las personas porque ella estaba mal, pero, si no lo hacía, entonces terminaría explotando. Estaba mal. Si Takeru estuviese con ella, él supiese cómo animarla. Pero nadie además de él, o Aguni, sabían cómo consolarla. Ellos eran las únicas personas que la hacían sentir mejor. Incluso Tatta, que siempre le sacaba una sonrisa con su optimismo y timidez. Todas las personas que le sacaban una sonrisa ya no estaban ahí.

    Pero ya no dejaría que eso la detuviera. Ella regresaría al mundo original. Sentiría los brazos de su madre otra vez, y le hablaría sobre los amigos que hizo en ese mundo. Los recordaría para siempre.

    Todos los días, sin falta, recordaba los momentos que había pasado con Danma y Aguni. Y reía. Se reía sola, pero no le importaba. Ella era feliz viviendo en sus recuerdos. Y después lloraba, cuando se daba cuenta que esa no era su realidad.