Recuerdos de media noche.

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Recuerdo ese día tan claramente...

Bueno
no el día en sí, sino el momento.

Ese en donde nos estábamos besando en la sala de mi casa
tan tiernamente que lo
sentía como caricias al cabello.

Hasta que el ritmo de nuestras lenguas
sobrepasó esa ligera línea
entre lo tierno y lo pasional
ya que su saliva se volvió el elixir que jamás
ha degustado mi boca.

Por la intensidad del beso
sus manos bajaron de mi rostro a mi pecho
apretando mi corazón con exigencia sobre mi seno izquierdo.

De mi cuerpo fluía agua cual quebrada sintiendo
la necesidad de quitarme la ropa para adherirme
a su piel.

Su mano bajó más
atendiendo las aguas de mi quebrada
escuchando la exigencia de los latidos de
mi corazón...
y de mi entrepierna.

La acarició haciéndome dar un sobresalto,
le dió cariño
un cariño tan bueno
que las aguas aumentaban junto con los latidos de su
eminencia.

Se adentró en mí
dibujando placeres y fantasías con los dedos en mi interior robándome más de diez mil suspiros.

Tuve la necesidad
de subirme a él con la intención de guiarle,
de sentir que dominaba un poco la bestia
que me embelesó durante
diez malditos años.
Pero con un movimiento de sus dedos convirtió mi dominio en una completa sumisión.

Mis piernas temblaron
ante la oleada de sensaciones que me invadió
al llegar al extásis.

Me miró a los ojos con morbo antes de sacar
sus dedos de mí he incrustar
el sabor de
mis aguas en su boca
relamiéndose los labios
dejándolo grabado en la memoria de su paladar.

Lo recuerdo con tanta claridad siempre
después de las doce,
cuando me inunda el deseo
y las ganas de tenerlo
pero también recuerdo
con tanta claridad
el daño que me hizo
y así de rapido como vino
se me baja la calentura.

3:00 a.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora