Él la embestía con fuerza y arrebato, totalmente sumergido en el placer que le causaba escuchar sus gemidos y la cantidad generosa de humedad que se expandía entre sus piernas.
Notó que ella, entre jadeos y suspiros, miraba mucho para un costado y se mordía los labios con más morbo hasta mover sus caderas con muchas más ganas e insistencia.
Al voltear, observó que lo que tanto veía era el reflejo de sus cuerpos estampado en el espejo de aquella habitación.
Sonrió y le preguntó:
—¿Te gusta ver cómo te hago mía?
Ella sin despegar la mirada del espejo le volteó la cara para que le devolviera la mirada a través del cristal.
—Me encanta verme a mí en mi estado de diosa.
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3:00 a.m
PoesíaLa poesía es un alma en pena que me posee al cubrir mis ojos con sus manos blancas haciendo de las mías su marioneta personal. Sintiendo por mis dedos la contextura del plumero. Olerlo. Entenderlo. Hablarle. Rezarle. Seducirle. Todo para que él cob...