Corre.

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Hasta que solo escuches tus pasos
hasta que tú respiración
sea tan irregular
que cuando pares no tengas que
pensar en nada
más que en recuperar
el aliento.
Corre sola, por la calle,
completamente oscura
para que nadie vea que te están
persiguiendo.
Corre, joder, ¡Huye!
¿No estás viendo que te está pisando los talones?
Evita pensar en su voz
que se parece a la tuya
diciéndote que no puedes.
Tu trote, mitiga su insistencia,
tu cansancio lo apaga,
el choque de tu suela contra el asfalto
es el detonante perfecto
a su ida
ya que la ansiedad
no tolera la ignorancia.
Recuerda que por ser fuerte,
por estar bien sola,
por tener control sobre tu vida
no indica
que dejes de sentir.
La ansiedad aprovecha cualquier paso en falso
para ascender de la oscuridad
cómo esos demonios
de películas que aparecen cuando menos te lo esperas.
Solo te pediré que
cuando aparezca
la mires directo a los ojos
y corras en dirección contraria.

3:00 a.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora