2. 2017-Raoul

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2017-Raoul

Desde que era pequeño, siempre me han dicho que tiendo a destacar allá por donde paso. Un poco eso de ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro, pero saliéndome natural.

Bien, el día que conocí a Agoney lo recordaré como ese día en el que habría preferido ser el cero a la izquierda de la fiesta.

Tras haberme pasado años haciendo anuncios con máximo de una frase, tanto en España como en Inglaterra, a los dieciocho años conseguí un agente de verdad, de los que te envían guiones de películas y series y que te acompañan a los castings.

Tres meses después de eso, recibí mi primer casting importante. Dos meses después, el papel era mío y apenas un mes después, estábamos grabando.

En octubre de 2017, después de meses de promo, de tráileres y de que se calificara como un pelotazo en la cartelera española, la habíamos estrenado en Callao, para pasar al instante en el que me encontraba cuando lo conocí: cagado de miedo en mitad de la fiesta post-estreno, organizado por y para mí, y para mi coprotagonista: el mismísimo Mario Casas.

Que alguien se atreva a decir que era exagerado querer salir a vomitar fuera cuando a mi alrededor todo el mundo parecía en su salsa, y yo me sentía como un elefante gigante en una tienda de cristales.

Estiré el cuello como pude, en búsqueda de alguien que ya conociera, con el que no tuviera que interactuar de forma incómoda. Hasta ese momento, el único contacto que había tenido con el resto de los famosos de la fiesta era palmaditas en la espalda con un "peliculón" o un "bien hecho" que solo me revolvía más el estómago.

Me planteé buscar a Mario, aunque fuera por la confianza que habíamos cogido en los meses de grabación y de promo. Era lo más seguro, una forma de que la gente que quisiera felicitarnos a ambos lo tuviera fácil, y además me permitía dejar que él llevara las riendas de la conversación. A él siempre se le dio mejor que a mí.

Lo localicé un par de minutos después, terminando una conversación con la gran estrella del panorama español: Agoney Hernández. Se reían de algo que nunca llegué a descubrir, tras estrecharse las manos. Tampoco me importó mucho cuando Mario se alejó de él, porque mi vista se quedó fija en el joven moreno.

No me había fijado en un primer momento, pero estaba bastante bien rodeado de otros actores y famosos de pacotilla que le reían las gracias y le sacaban conversación, encantados de estar frente a uno de esos artistas que siempre tenían un rato para todo el mundo. Sentí una punzada de envidia al notar lo cómodo que se le veía hablando con todo el mundo, recibiendo halagos y sonrisas como si le saliera natural.

Teniendo en cuenta que llevaba desde los doce años en la pequeña pantalla, lo más probable es que le fuera más sencillo eso que respirar. Estaba claro que, en esa fiesta, él se había convertido en el alma sin haberlo siquiera pedido. Solté un suspiro.

—¿Qué haces ahí parado? —Pegué un saltito sobre mi sitio y me giré hacia mi representante—. Es tu fiesta de estreno y estás aquí, con cara de preferir la muerte a interactuar con alguien... —Negó con la cabeza—. Me vas a salir caro, chaval.

—Es que no sé muy bien qué hacer. Todo el mundo... impone muchísimo.

—Acostúmbrate. —Me dio una sola palmada en la espalda que casi me hizo toser—. Esta es tu vida a partir de ahora, vas a tener que coger impulso y tirar para adelante, porque aquí se comen a los que se asustan. —Me guiñó un ojo.

—¿Y qué hago? ¿Me paseo?

—No, mira. —Pasó un brazo por mis hombros y me giró lo suficiente para que ambos miráramos a la misma persona—. Supongo que no vives debajo de una roca y sabes quién es.

Pareja de oro-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora