5. 2023-Agoney

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2023. Agoney

La llegada de Raoul se anuncia con una puerta abierta, él entrando en la limusina para situarse a mi lado y un portazo. Todo esto sin decir ni "hola".

—Llevamos media hora esperando.

Si él no va a saludar, yo no seré menos.

Raoul pega un bufido y se pone el cinturón.

—No todos hemos reservado un showroom para que te preparen con tiempo. He visto tu story —añade al verme confuso.

Y mi mirada baja por su cuerpo, dejándome con las palabras congeladas en la boca. Se ha puesto, bajo una chaqueta con un bordado de rosas en los hombros, una camiseta prácticamente transparente.

Este tenía ganas de devolverme lo del otro día, por lo visto.

—Si has terminado de echarme un vistazo... —pego un respingo y me siento un idiota. Sé que puedo permitirme tener ojos, pero no debería, no con él y definitivamente no delante de él—, vamos a llegar tarde.

—No, lo hemos planeado así. —Raoul alza las cejas al darse cuenta de que no estamos solos con el conductor. Mireya, en los asientos frente a los nuestros, parece más preocupada en teclear que en mirarnos—. Ahora vamos a recoger a Ana para hacer tiempo. Seremos de los últimos en llegar.

—¿Y eso?

—La expectación —respondo yo en lugar de mi representante—. Es nuestra primera aparición pública oficial desde tu vuelta. Tenemos que dar un poco de hablar, sobre todo si queremos vender esa serie.

—Y vuestra relación idílica.

Ruedo los ojos. Me tiene agotado, pero no tengo opción a queja.

Me llevo las manos al colgante, que todavía llevo por encima de la chaqueta roja. Con la música elegida por el conductor de fondo, se forma un silencio cálido dentro del vehículo. Cada uno está a lo suyo, nadie mira a nadie y solo nos sobresalta alguna notificación de Mireya.

Después de pasar un buen rato mirando por mi lado de la ventana, se me ocurre volverme hacia Raoul. No me mira a mí, sino a mis manos, que llevan desde que acabó la conversación jugueteando con mi colgante. Se me encoge el estómago cuando levanta los ojos y se cruza con los míos, preguntando cientos de cosas. Tiene sentido que esté así: es la primera vez que lo llevo desde que volvió. Parece algo más pálido de lo normal, sin ese deje chulo que le está caracterizando desde que volvió a Nueva York.

Quizá es eso lo que me anima a ser yo quien hable esta vez:

—Tranquilo, no esperaba que tú lo conservaras. —Veo cómo traga saliva y le pasa por la garganta—. Lo voy a llevar por dentro de la ropa, nadie va a darse cuenta de que tú no y yo sí.

—¿Por qué?

Es una muy buena pregunta. Pero tener respuesta a ella implicaría pensar en cosas a las que no quiero enfrentarme sin tener a mi psicólogo delante.

—Chicos, Ana ya está abajo. —Mireya ni siquiera se ha dado cuenta de la tensa conversación.

En cuestión de un minuto, la puerta de la limusina vuelve a abrirse, y unas botas dan el primer paso para entrar. Ana se quita las gafas una vez se ha acomodado junto a su compañera, frente a Raoul. En esta ocasión lleva un par de moños bajos que le dan un toque más juvenil. No es que lo necesite, porque su vestido plateado grita: "voy a la alfombra roja como invitada" y no "voy como la representante de uno de los invitados".

—Muy bien. —Carraspea en cuanto nos ponemos en marcha—. Lo tengo hablado con la chica que está organizando la alfombra roja, bajareis de la limu cuando quede poca gente. La prensa sabe que apareceréis, así que estarán expectantes. Ellos y los fans que se hayan enterado. ¿Has hablado con ellos sobre cómo va a ser?

Pareja de oro-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora