Raoul. 2020/2021
La semana después de que «Pray» ganara el premio a mejor película en los Feroz, empecé a grabar la nueva película de la que tanto me había hablado Ana, teniendo que trasladarme entre semana a las afueras de Madrid para ello. Aunque para las escenas de interior teníamos el estudio, habían encontrado un pueblo que se adaptaba a las necesidades de grabación, así que, durante un par de meses, dormíamos en la posada que hacía las veces del exterior de la granja en la que trabajaban los protagonistas.
Fue una película divertida de grabar en su mayor parte, lo que no quitó que tuviera su lado dramático. En varias escenas tuve que dar lo mejor de mí en ese sentido, puesto que tenía su buen drama.
Mientras tanto, Agoney estaba pendiente de la promo de «El Intercambio», que grababan con mucho adelanto por la poca disponibilidad de los actores, mientras hacía algunos castings. Decía que le estaba gustando estar más relajado en ese aspecto, aunque siempre tenía alguna sesión de fotos para la revista de turno, por lo que acababa agotado.
Hacíamos videollamada cada noche, yo le contaba todo lo que habíamos hecho y los problemas que habían surgido y él me escuchaba con esa sonrisa boba de quien está orgulloso de alguien. Algunas veces incluso paseaba por el campo y acababa enseñándole los animales, que tenían siempre a su cuidador cerca, el hombre que nos ayudaba a interactuar con ellos para la película sin causarles estrés.
No todos los findes volví a la capital, pero cuando lo hacía era para no salir de la cama en esos dos días. La única excepción fueron los Goya, a los que estuve a punto de no asistir. Tuvo que venir Ana al pueblo a tirarme de la oreja y recordarme que supuestamente era un profesional, que la película había sido un éxito, y que tenía que estar orgulloso, aunque no tuviera premio.
Que no hiciera el idiota por un berrinche infantil, creo que esas fueron sus palabras.
Aun así, todavía me pesaba en el estómago que todos hubieran visto aquel ataque de ansiedad y que la gente pensara de mí lo peor posible.
En la limusina, me sudaban las manos, pero a Agoney no le costó apretarme una y besar mis nudillos uno por uno.
—Oye —me llamó con dulzura, como si hablar más fuerte me rompiera—, hoy vamos los dos a mirar y a estar orgullosos de las nominaciones que tienen nuestras películas. Lo demás es secundario.
—Los periodistas me van a preguntar por lo de la última vez. —Me lamo los labios, recordando su aparición en el aeropuerto—. ¿Qué les digo?
—Pues lo que te acabo de decir —se inclina más hacia mí para hablarme al oído—: que estás muy orgulloso de tu compañero y de la película en general y que esperas muy buenos resultados para ellos. Y si no te sientes cómodo, no hagas mucha prensa esta noche, que tampoco hace falta.
Asentí despacio y me concentré en su tacto cálido. A ratos, era lo único que me conectaba con la tierra y me impedía echar a volar, ya fuera en un sentido negativo o en uno más fantasioso.
Posamos por separado, aunque a nadie se le escapó que veníamos juntos. Agoney acabó rápido su parte de prensa, dejándome un hueco enorme solo para mí. Caminé despacio, con un ojo puesto en él, que esperaba cerca de la puerta, también pendiente de que no me diera algo por el camino.
—¡Hola, Raoul! ¿Qué expectativas tenemos para la noche?
—Disfrutar mucho y ver qué tal nos va en los premios. —Puse mi mejor sonrisa mientras me encogía de hombros.
—¿Aún te duele no haber sido nominado? —Me puso el micrófono muy cerca de la cara.
Y ahí estaba. La pregunta que me pegaba una patada en el estómago y luego pretendía un gracias. Por un momento busqué los ojos de Agoney, que puso cara de circunstancias.
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Pareja de oro-RAGONEY
FanfictionEn el punto 0 de esta historia, una pareja acaba una discusión con el corazón tan roto como su relación. Cinco años en el pasado, Raoul nos cuenta cómo se conocieron, se enamoraron, y se amaron hasta que empezó a ser más real delante de una cámara q...