Capítulo 14. ANGELA MAREL

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Angela Marel:

Voy a matar a esa perra.

__ ¡Hey! ¡¿A dónde vas?! __ Valentina es quien me detiene, solo quiero quitarla del camino.

Estoy tan enojada y he estado confiando en una persona que no ha hecho más que mirarme la maldita cara de estúpida. Se las da de muy mi amiga, se la pasa pegada a mi como sanguijuela en la escuela y a mis espaldas le mete ideas a mi novia sobre mí.

__ Voy a patearle el culo tan fuerte que la regresaré de una a su país.

Siento mi sangre caliente, y tengo tantas ganas de romperle la boca a esa habladora.

__ No vas a ir a ningún lado.

Esta frente a la puerta, impidiéndome el paso, y dios sabe que no quiero lastimarla pero si tengo que quitarla a la fuerza de ahí entonces lo haré.

__ Voy a matarla, Valentina. Voy a trapear el suelo con sus pelos güeros.

__ Tienes que calmarte y pensar un momento. Respira, Angela, por favor. Además, golpearla no es algo que yo haría, no olvides el plan.

__ Tu golpeaste a Lina, por favor, no me vengas con esas.

__ Pero ella acabó con mi paciencia.

Me deja en claro, con el dedo levantado y mirándome como si tuviera toda la razón.

__ Yo tengo menos paciencia que tu, así que ahora voy a destrozarla.

__ No, escúchame.

__ ¡Agh! ¡Valentina!

__ Escucha. No hagas esto, no dejes que te vea así. Veamos hasta donde llega, no seas impulsiva.

__ Si se atreve a ponerle un solo dedo encima a Elena ni tu ni nadie van a poder detenerme.

Me doy la vuelta, y termino dejándome caer en el sillón, con la cabeza entre mis manos y mis pies tamboreando de abajo hacia arriba, sin poder detener el movimiento y la ansiedad que recorre mi cuerpo.

Esa maldita gringa. Sin sabor. Mal cocida.

Es lo que me gano por ser una maldita confiada. Porque dejo que las personas entren a mi vida y no les pongo ni una sola barrera, porque aprendo a quererlas tan rápido que deposito en ellas toda mi confianza sin detenerme a pensar en protegerme. ¿Y qué me gano? Traicion.

Valentina se quedó a mi lado, y tuvo que abrazarme con fuerza cuando mi enojo se convirtió en llanto, y cuando mi cuerpo comenzó a temblar tanto mientras me quedaba sin aire, ni siquiera permitió que mis uñas se clavaran en mi piel por el coraje, evitó de todas las maneras posibles que yo pudiera hacerme daño por impulso. Me ayudó a controlar la respiración y la sensación de ahogo, y me susurró una y otra vez que todo estaría bien.

No era la primera vez que hacíamos esto, no era la primera vez que ella dormía en la misma cama que yo porque me atacaba un miedo irracional a la incertidumbre del mañana, porque siento que he perdido el control de mi vida, de mi relación, de todo. Porque ahora no sé si realmente algo va a salir bien, porque ahora no sé si todo lo que estoy haciendo vale la pena.

Porque si Elena cree más en ella que en mi, entonces tal vez no somos tan fuertes como pensaba.

__ Quiero beber.

__ Yo no bebo.

Ella me mira, pero me encargo de poner mis ojitos de gatito herido y ella chista los labios y voltea los ojos. Pero no puede evitar mirarme de nuevo.

__ ¿Tú no quieres que yo me sienta mejor?

__ No me gusta cuidar borrachos __ se queja, y ahora le sumo a mis ojitos un puchero. __ Vale, pero sólo te acompaño, yo no tomo.

Entendido, Profesora 2: EL INTERCAMBIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora