Antonella Altamirano:
Es maravillosa.
Y la sola idea de que esa mujer tan maravillosa pueda haberme traicionado me hace sentir tan mal. No soy alguien que explote fácilmente en celos, y luego de una buena platica siempre termino cediendo.
Pero esta vez fue demasiado lejos, durante semanas mi esposa estuvo teniendo citas a mis espaldas con un hombre del cual ni siquiera conozco el nombre. Aquel día yo ni siquiera tenía planeado salir de casa.
Mi esposa me había puesto mi propia refaccionaria, un pequeño negocio, me lo regaló como aniversario de bodas, y me había dado cuenta de que su lenguaje del amor era llenarme de cosas materiales, ella no podía escuchar que yo quería algo porque no tardaba en gastar lo que costará para ponerlo en mis manos. En ocasiones exageraba demasiado.
Nunca termine de acostumbrarme, no me gustaba que gastará tanto en mí y en cosas que yo realmente no necesitaba, yo estaba acostumbrada a vivir con lo justo y tener bien clara la diferencia entre deseo y necesidad. Para ella, todos mis deseos eran necesidades.
Ella ni siquiera se metía, para ella todo lo que me daba era exclusivamente mío, jamás reclamaba nada, o exigía. Jamás buscó obtener beneficios de un negocio que ella había montado. Ni siquiera me permitió regresarle la inversión.
Así que no tenía razones para estar fuera de casa después de haber trabajado en la refaccionaría todo el día, de la cual soy la dueña, y donde varios empleados dependen de mí. Era mi sueño hecho realidad, y fue ella quien me lo cumplió.
Hasta que su padre apareció en mi local, reclamándolo como pertenencia de los "Altamirano" y exigiendo de mis utilidades un porcentaje. No estaba establecido en ninguna parte, y el sólo reclamaba dinero a nombre Valentina sin que ella estuviera presente, yo sabía que él no era fiable, así que tenía que hablar con ella antes. A ella sí que estaba dispuesta a darle partes de la ganancia, a el no.
La espere en casa, pero llego lo suficientemente tarde como para decirme que estaba cansada y quedarse dormida, al otro día ya ni siquiera se encontraba en la cama. Así que de nuevo fui al local, y ahí estaba aquel hombre de nuevo, exigiéndome una respuesta.
Le expliqué que tenía que hablar antes con mi esposa, que no haría ningún movimiento hasta que ella estuviera enterado, y entonces él me dijo que Valentina necesitaba sacar dinero de cualquier lado para levantar la empresa de su madre. Según el, la empresa necesitaba una inversión urgente, los números rojos estaban ahogando Valentina y ella había tenido que recurrir a medidas desesperadas.
Como exigir una parte de mis ganancias.
Igual quería verificar la información con mi esposa, porque ella nunca me contaba nada y me hacía sentir terrible saber todos los problemas que tenía encima y se guardaba para sí misma.
Fue en el tercer día en que aquel hombre explotó contra mí, porque seguía sin darle un solo peso, y me dijo tantas cosas.
"Mi hija necesitaba un hombre que le diera todo, no una vividora"
"No eres nadie sin Valentina"
"Nunca serás una Altamirano real"
"Absolutamente nada de lo que hay aquí es tuyo"
"No tienes nada, por eso mi hija ha tenido que buscarse la vida de otra manera"
Y esa otra manera era una dirección y la instrucción especifica de a donde ir en ese momento si quería ver con mis propios ojos la verdad.
Así que lo hice, y la vi ahí, con esa sonrisa tan bonita que casi nunca muestra, con aquel vestido tan lindo que resaltaba de manera exquisita su figura, con aquel hombre mucho más alto que ella y aún más alto que yo, una de sus manos fuertes sujetaba firmemente la cintura de mi esposa, y ella, a la que el contacto físico no le gustaba, parecía estar tan cómoda con aquellas manos en su cuerpo. Y entonces el valet llegó con el auto, entregándoselo al hombre, quien abrió la puerta y vi a mi mujer dispuesta a entrar e irse con él.

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Entendido, Profesora 2: EL INTERCAMBIO
Short StorySegunda parte de "Entendido, Profesora". En la universidad y después de el tiempo juntas la relación de Angela y Elena está más fuerte que nunca. Hasta que aquel intercambio fue anunciado, hasta que aquella joven extranjera llegó a la ciudad. La c...