Prólogo

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Angela.

Nunca sabes que te tiene preparado la vida, en que comento comenzara o acabara una tormenta, cuanto tiempo durara el arcoires o cuando tiempo de sequia habra hasta la proxima lluvia.

Estabamos viviendo una gran etapa, un amor grande, un amor verdadero, de esos en los que nada es fácil, pero todo vale la pena. La vida nos tenía preparada una gran historia en la que las dos estábamos dispuestas a llenar página por página, juntas, siempre haciéndole frente a todo lo que pudiera pasar.

Dos mujeres, un amor, una lucha incanzable contra cualquier obstaculo en el camino hacia la felicidad.

Estaba a media carrera, en un par de años más por fin podría titularme, un par de años más y no tendría que volver a pisar la facultad.

Aunque no quería irme, ver a mi mujer todos los días explicar los temas parada frente al pizarrón y haciendo resonar sus tacones en cada paso que daba era de mis cosas favoritas en el mundo.

Era justo así como estaba aquel día.

Mirándola totalmente hipnotizada mientras ella escribía de espaldas en la pizarra, tenía extendido el brazo hasta la parte más alta de la pizarra por lo que la blusa se levantaba un poco, y podía observar una pequeña porción de la hermosa piel de su espalda. Jamás me cansaría de admirarla, sus largas piernas, su cintura, su maravilloso trasero.

Perfecta. Jamás me cansaré de decir que ni en mis sueños pude haberla creado así de maravillosa.

Alguien tocó la puerta interrumpiendo la clase, pronto la cabellera roja tan conocida de la rectora Rebeca hizo acto de presencia. Mi mujer detuvo la clase y nos exigió atención.

Rebeca agradeció el espacio y entró ligeramente aunque aún seguía en la puerta, desde ahí pronunció aquellas palabras que creí que no tendrían gran importancia.

Que equivocada estaba.

__ Buenos días a todos, espero que estén teniendo una excelente mañana y que estén aprendiendo mucho con Miss Landam. __ Elena estaba seria como siempre, mis compañeros solo asintieron con la cabeza, no importa que tan estricta pudiera ser mi novia, no había absolutamente nadie que pudiera decir que fuera mala maestra, porque no lo era. __ En fin, venía a hablarles sobre el nuevo programa de intercambio de esta universidad, hemos abierto la convocatoria, pueden revisarla en la página oficial de la institución. Cualquier alumno sobresaliente y que cumpla los requisitos puede acceder a ella, si alguna vez estuvieron interesados en ir al extranjero esta es su oportunidad, no la desaprovechen.

Escuche todo, pero no puse mucha atención. No me llamaba la atención, mi lugar estaba aquí, mi vida estaba aquí, y la mujer de mi vida también estaba aquí.

Y también estaba mi trabajo, era reciente pero era maravilloso, había comenzado a amar mi puesto, estaba adquiriendo tanta experiencia y mi jefa era maravillosa.

Yo no sería feliz en ningún otro lugar, y no existe ninguna otra parte del mundo en la que yo quisiese estar.

Así que no me inscribí, ni siquiera paso por mi cabeza, yo era feliz, no necesitaba más, tenía todo lo que me llenaba el alma en el mismo lugar.

Creí que el intercambio no significaría absolutamente nada en mi vida.

Pero un dos meses después Rebeca regreso a nuestra aula de clases, de nuevo interrumpió y esta vez no entró sola. Una chica llegó con ella.

Una chica algo irreal, sacada de película americana, era como todo los estereotipos de mujer bonita y popular de toda escuela extranjera.  Estaba ahí, bien uniformada y con una figura impresionante, como un reloj de arena humano. Tenía una larga cabellera rubia, muchas pecas en el rostro y unos ojos claros y llamativos.

Era hermosa, realmente era muy bella y absolutamente todos mis compañeros habían quedado asombrados con su presencia.

Era solo una chica más.

O al menos para mi, lo era.

Era sólo una alumna más para Elena.

O al menos dentro de mi cabeza, así era...

Al principio juró que así era.

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Entendido, Profesora 2: EL INTERCAMBIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora