Capítulo 7. ANGELA MAREL

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Angela Marel:

Oh por dios.

Este lugar es realmente grande, muy muy grande. La sucursal en mi ciudad no es nada comparado con Truani.

Yo sabía que era la más grande de las sucursales, pero realmente no imaginaba que tanto. Y ahora estando aquí me siento diminuta. Todo lo contrario a mi jefa.

Catalina simplemente avanza a través del pasillo, siguiendo a la empleada que nos guía hacia el área que nos interesa.

Catalina ni siquiera parece sorprendida, nada llama su atención, su vista está al frente, sus caderas bailan de un lado a otro y su cabello ondulado parece moverse en perfecta sincronía con ella. Yo solo avanzó detrás de ella, tratando de seguirle el paso y tratando de imitar ese rostro de "soy la maldita dueña del lugar".

Aunque no me sale.

Después de una larga caminata por fin llegamos al área de finanzas, Catalina ni siquiera se molesto en presentarse. Todos sabían a lo que veníamos, todos estaban preocupados y temblaban solo de vernos. Sabían que nuestra presencia en el lugar solo podía significar problemas.

Era sumamente placentero verla en acción, demoro segundos en tener a todo el personal de finanzas hecho un lío, exigió los libros contables y ahora estábamos en la descomunal tarea de revisar dato por dato hasta encontrar el error.

Mi jefecita había pasado de los lentes oscuros, a los lentes de contacto, su rostro serio había aparecido y había exigido que el área quedara vacía, por lo que los escritorios quedaron vacío y todo el personal se encontraba parado en la puerta.

Cuando los números empezaron a pasar ante mis ojos no podía creer lo que estaba viendo, los primeros, de fechas alejadas, siempre habían presentado perdidas, pero los actuales, esos eran un desastre. La manera en que se perdía tanto dinero era inexplicable, los balances ni siquiera balanceaban.

Catalina cerró el libro que revisaba y con un grito exigió que la persona encargada o jefe del área entrará al lugar, yo sabía que estaba enojada, su piel enrojecida lo decía todo. Sus ojos claros parecían arder en llamas.

__ Estos libros contables no me sirven, aquí no hay absolutamente nada. Y parecen haber sido hechos por un niño de primaria, es inaceptable. __ Catalina deja caer los pesados libros sobre los brazos del pobre hombre que parece más una gelatina que nada.

__ Yo los hice.

__ Debería darle vergüenza __ Catalina camina hacia mi y me señala con el dedo __ He visto a Angela, una simple pasante, hacer mejores trabajos que esta porquería.

¿Es halago o ofensa? No se como sentirme al respecto.

__ Pero, señora...

__ Sin peros. Angela, revisa por favor cuando fue la última auditoria de este lugar.

No me tardo nada en cumplir su orden, no quiero ser yo quien reciba su furia.

El dato en mi tableta me sorprende, ¿Cómo es posible?

__ Hace un mes.

Catalina enarca la ceja, y como si no confiara en mi se acerca y observa la pantalla, eso solo hace que su mandíbula se tense más.

__ ¿Cómo es posible que haya habido una auditoria y nadie haya notado que estos libros son una mierda y que nadie aquí sabe un carajo de contabilidad?

Catalina me arrebata la tableta, la veo leer el informe de la auditoria, como si sus ojos no pudieran creer la información que se presenta en ella.

__ Señora... __ el hombre habla, pero Catalina está tan absorta en la información que no le presta atención __ Señora.

Entendido, Profesora 2: EL INTERCAMBIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora