14. Depende de ti ཻུ۪۪⸙

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Hermione estaba acurrucada junto a Severus en el sofá de la biblioteca. Era su lugar favorito, sólo superado por su cama cuando él estaba en ella. Su marido leía un libro sobre pociones experimentales mientras ella leía el primero de la recién publicada serie Criptomagizoóloga de Luna Lovegood, algo ligero después de la ingente cantidad de estudio para los NEWT. De vez en cuando se reía a carcajadas de la ridícula narración y Severus se asomaba para complacerla mientras una de sus cejas poco convencidas se alzaba ante las afirmaciones de Luna sobre bestias mágicas misteriosas y antes no identificadas que habitaban por todo el mundo.

Ella levantó la vista con curiosidad cuando Harry entró, e inmediatamente sonrió a modo de saludo. Su sonrisa vaciló rápidamente ante la grave mirada de Harry, y una sensación de hundimiento le entró en el estómago. No podía aguantar mucho más en el camino o en las filas con los que le importaban. La estaba agotando hasta la médula.

"¿Puedo hablar contigo?" le preguntó Harry. Reconoció a Severus con una inclinación de cabeza, luego se volvió bruscamente y desapareció en el pasillo.

Hermione sacó las piernas del regazo de Severus a regañadientes y se puso en pie, dejando el libro como si quisiera marcar su sitio junto a él.

"Los nargles pueden esperar, estoy seguro", murmuró Severus con una sonrisa burlona, mientras sus ojos no se apartaban de su libro. A ella le encantaria dominar su nivel de despreocupacion algun dia. No parecia importarle en absoluto que Harry quisiera hablar con ella a solas. Parecía totalmente despreocupado en general por el torbellino de acontecimientos del día, mientras que ella casi se había agotado internamente dándole vueltas a todo, desde los NEWT hasta Ron y sus padres.

Estaba tan nerviosa por lo que Harry tuviera que decir, que apenas se dio cuenta de que Severus se movía y la seguía en silencio, a cierta distancia.

Encontró a Harry en la cocina, limpiándose las gafas a la manera muggle, con los bajos de la camisa. Los viejos hábitos morían con fuerza o, en el caso de los magos nacidos de muggles (o criados en muggles), a veces no. Se había dado cuenta de que Harry y ella eran iguales en el sentido de que no daban la magia por sentada. Para ellos era algo natural, pero siempre recordaban una época en la que ni siquiera sabían que existía.

"Hoy han mandado a Ron del trabajo a casa", le informó él, con voz rígida. "Volvió de comer hecho una furia. Apestaba a alcohol. Lleva enfadado consigo mismo desde la otra noche, cuando fuimos al pub, diciéndome que no debería haberte hablado como lo hizo." Harry se apoyó en el mostrador, con el ceño profundamente fruncido. "Vino aquí a la hora de comer para pedirte disculpas. Quería explicarte esa mierda del diario El Profeta y arreglar las cosas". Levantando su mirada admonitoria hacia ella, le preguntó con fuerza: "¿Cuántas veces te he pedido que pongas tus guardas?".

Desde las sombras de la puerta, Severus apretó la mandíbula.

Hermione bajó la cabeza, culpable. "Mi habitación estaba cerrada", dijo en voz baja. Nunca había sido de las que se acobardaban cuando se trataba de sus chicos, pero estaba condenadamente cansada y agotada. "No debería haber intentado entrar de todos modos. Ya no es apropiado".

Harry suspiró. "No lo estoy excusando, pero tampoco te estoy excusando a ti. Esto ha sido duro para él". Antes de que ella pudiera protestar, él levantó una mano. "No lo hagas. He estado a tu lado, sé que también ha sido duro para ti. Pero Ron realmente no ha tenido a nadie. Molly, supongo. Pero no quiere a su madre. Quiere recuperar a su novia". Harry se frotó la cara con cansancio. "Lo último que quería era verlos a los dos follando".

Hermione no tenía muchas palabras, algo inusual en ella, pero ¿qué podía decir? Cuando terminó la guerra, tenía la esperanza, quizá ingenua, de que la vida sería más fácil, de que no sentiría constantemente que el mundo entero estaba sobre sus hombros. Sabía que la mayor parte de la culpa se la había buscado ella misma, anhelando defender a los oprimidos. Hacía tiempo que se aceptaba tal y como era: una Gryffindor descarada, mandona, racional y sentimental. Sin embargo, a veces deseaba ser un poco más egoísta. Tal vez así no le dolería tanto.

𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐦𝐢𝐚 || 𝐒𝐞𝐯𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora