Jin, un chico libre, que alguna vez fue separado del amor de su vida. Los prejuicios de su padre lo apartaron del hombre que amaba. Pero para él no todo estaba perdido.
Quiso luchar por su amor, pero, aveces las cosas no suceden como uno las planea...
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El rubio salía a primera hora de la mañana rumbo a su trabajo, con su casco en mano y dispuesto a montar su vehículo pesado, se sorprendió al ver a Hoseok sentado justo frente a su casa en el borde de la banqueta.
Ambos se miraron, mientras que el mayor se ponía de pie para cruzar la calle y acercarse al rubio.
-Hola...buen día Jimin.
-¿Qué haces aquí?
-Como no respondías mis llamadas y tampoco mis mensajes, decidí venir.
-No veo para que.
-Jimin, por favor...
-¡Fuiste muy claro conmigo, Hoseok!
-Solo quiero que me escuches. -dijo el mayor acercándose aún más al rubio. -Por favor.
Jimin se sintió algo nervioso al tenerlo tan cerca, pero debía ser fuerte.
-No te entiendo...te besé, te dije cuánto me gustas y tú simplemente me rechazaste, me dijiste que me alejara y... -no pudo seguir hablando porque sus labios fueron atrapados por los del contrario.
Hoseok lo besó tan intensamente como pudo. Sus lenguas se rozaron hasta enredarse por completo, fue un beso bastante apasionado pero no duró mucho, el rubio se separó mirando al más alto. Se sentía tan confundido y asombrado.
-¿Qué te pasa, Hoseok? ¿acaso estás jugando conmigo?
-No...Jimin tú me gustas mucho...me encantas. -dijo acunando el rostro ajeno.
-¿Qué? Pero si tú...
-Te rechacé...fui un tonto...por eso quiero que hablemos.
Jimin se apartó para montar su motocicleta mirando al mayor, su rostro reflejaba confusión pero también molestia, no quería ser el juego de nadie.
-Tengo que irme. Te veo en el bar a las siete. -espetó el rubio colocándose su casco y dando marcha al pesado vehículo.
Hoseok se quedó ahi viéndolo partir, estaba conforme con que el rubio lo citara. Aunque talvez Jimin fuera a rechazarlo como él lo hizo, pero por lo menos tenía una esperanza.
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