Capitulo 14

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El peligris bajó del taxi después de pagar al chófer, con su maleta en mano rodando por el pavimento caminó unos cuantos pasos para llegar a la puerta de su casa

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El peligris bajó del taxi después de pagar al chófer, con su maleta en mano rodando por el pavimento caminó unos cuantos pasos para llegar a la puerta de su casa.

En cuanto entró cerrando la puerta soltó la maleta, miró a su alrededor mirando a la soledad que lo recibía como había sido desde hace más de cuatro años, cuando llegó a esa ciudad, solo, sin su gran amor. En ese entonces buscó a sus familiares quienes lo ayudaron a conseguir un empleo de medio tiempo y así poder seguir con sus estudios; después de que terminó su carrera que había dejado trunca, buscó un trabajo de tiempo completo, destacando por su gran desempeño en un laboratorio.

De esa manera comenzó a ahorrar, para después cumplir su sueño de tener su propio laboratorio y así dedicarse de lleno a una de las cosas que más le apasionaba, la biología marina.
De esta manera se convirtió en uno de los biólogos marinos más importantes del país. Comenzó a ganar dinero, no es que fuese millonario, pero si vivía con desahogo económico.

Una vida muy diferente a la que tenía en la ciudad donde había crecido.

Dónde prácticamente era un don nadie, sin padres, sin dinero, afortunadamente una beca le había permitido estudiar en aquella universidad donde conoció a su gran amor.

Pero cuando todo se desmoronó, y tuvo que alejarse de él, se obligó a volver a comenzar desde cero.

Y ahí estaba, todo un hombre triunfador en la vida profesional, Pero un derrotado en su vida sentimental y en la más completa soledad.

Arrastrando sus pies, caminó hacia el sofá de la sala donde se dejó caer recargando su espalda y cabeza en el respaldo del mueble, cerró sus ojos, lamentándose, pues había tenido la ilusión de lograr el perdón de su exnovio, y entonces en esos momentos no estaría ahí, sentado, sin él a su lado.

Recordó la mirada de Jin, una mirada llena de resentimiento y podía decir que de odio también.

“Te casaste mi amor...te casaste”...susurraba y como un niño comenzó a llorar.

Abrió sus ojos llorosos, sus lágrimas caían hacia los lados de sus mejillas, su corazón estaba lleno de dolor y no sabía cómo curarlo.

Se fue recostando lentamente sobre el sillón y momentos después se quedó dormido.

Casi dos horas después sus ojos se abrieron lentamente, aún se sentían pesados e hinchados por haber llorado, un dolor de cabeza lo aquejaba, quizá era por la falta de alimento, aunque su estómago no le había reclamado por comida, sabía que tenía que comer algo, pero decidió darse una ducha antes de preparar por lo menos un sándwich.

PRIMERO YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora