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No es secreto que en Corea existen mafias, unas más poderosas que otras, entre ellas había rivalidades o acuerdos de paz, pero ninguna se le compara a la unificación entre la mafia del Este con la del Oeste convirtiéndose ambas familias en las más poderosas en todo el país y esto sucedió hace 20 años.

Choi Younjae era el primer y único hijo de la mafia del Oeste, cuando nació a sus padres poco les importó que haya nacido siendo un Omega, pues, lo amaban como su único y preciado tesoro, Youngjae creció con todas las comodidades que sus padres adinerados le podían ofrecer, sin embargo nunca sintió interés por las cosas costosas y lujos que sus padres le ofrecían.

Por otro lado, desde temprana edad le despertó una fuerte curiosidad y fascinación por las armas que veía en el despacho de su padre y los combates cuerpo a cuerpo que se realizaban diariamente los guardias de seguridad en el enorme jardín trasero de su casa. Le emocionaba ver como los hombres luchaban entre ellos hasta el cansancio para tratar de mejorar sus habilidades de pelea y como se rompen una pierna, literalmente, por ganar el combate.

Obviamente esto no se quedó solo como una curiosidad donde se sentía satisfecho con mirar desde lejos, él quería ir más allá. Fue a sus cinco años de edad que el Omega se acercó a su padre Alfa, este estaba supervisando a sus hombres y mujeres Alfa luchar entre ellos en el jardín cuando de pronto sintió un leve tirón en su pantalón, el mafioso bajo su mirada encontrándose con los hermosos ojos tiernos de su hijo Omega.

El padre lo cargó en brazos y le dio un tierno beso en la mejilla a su adorado hijo.

— Papá, yo también quiero hacer eso—. Dijo el pequeño mientras apuntaba con su dedito a los hombres luchando.

La escena era brutal, había Alfas hombres y mujeres peleando por igual, todos estaban llenos de sudor y sangre, había incluso algunos escupiendo sangre mientras hacían un sacrificio para ganar su respectiva pelea.

El alfa alzó las cejas con verdadera sorpresa, no estaba preparado para escuchar eso y menos si se trataba de su preciado hijo Omega pero el sentimiento fue reemplazado casi inmediatamente por uno de orgullo y felicidad en su corazón.

— Claro pequeñin— Sonrió el padre orgulloso a su hijo.

Ese fue el comienzo de su entrenamiento, su padre se encargó de entrenar en un sin fin de disciplinas, contratando a los mejores maestros y entrenadores en todas las áreas en las que su hijo estuviera interesado. Esto no significaba que por ser su hijo o un Omega iba a tener mano blanda en el entrenamiento de Youngjae, su padre le había advertido que si quería aprender todo lo relacionado al mundo de la mafia no solo debía fortalecer su cuerpo, también su mente y ser más inteligente que sus rivales, pues su arma más poderosa no era un cuchillo o una pistola, sino, su cerebro y debía aprender a usarlo bien sin dejar que su Omega o sentimientos influyan en su trabajo.

Los años pasaron y a sus dieciocho años Youngjae ya se había convertido en el hombre más fuerte entre los Alfas de su padre, sobra decir que era experto en todas las disciplinas que había estudiado y practicado hasta entonces; se sabía los nombres de todas las armas y como dispararlas a la perfección, podía pelear con 10 Alfas a la vez y salir sin ningun rasguño, Youngjae era sobresaliente y perfecto en todo, esto lo hacia el blanco perfecto para propuestas de matrimonio desde temprana edad, pero el Omega los rechazaba cruelmente, el pensaba que no necesitaba a un alfa que lo defendiera pues se tenía a él mismo, se repetía que nunca caerá enamorado por un Alfa, y no podria estar mas equivocado.

Fue en una misión que le había encargado personalmente su padre; dicha misión consista en matar a un soplón que había idoa refugiarse con la mafia del Este, el hombre había revelado a la mafia enemiga del Norte información importante de las negocios de su padre provocando que este sufriera una fuerte pérdida económica.

WATERFALLS [Minsung] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora