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Minho salió de la bodega usando solo una chaqueta que le ayudaba a cubrirse del frío infernal mientras cargaba un enorme cesto de ropa sucia. 

Los viernes eran días de lavar la ropa y se suponía que hoy le tocaba a Changbin hacerlo, pero Minho había perdido una apuesta y el perdedor debía lavar la ropa de todos durante un mes.

Y ahí está él, luchando contra el enorme cesto mientras caminaba los escasos metros que separaban la bodega donde vivían y la orilla del río Han.

Sí, aquel hermoso río, un claro símbolo representativo de su país, era donde lavaban la ropa. Estaban en quiebra e incluso ir a la lavandería representaba un lujo para Minho y su familia, toda la ropa se tenía que lavar a mano en el río para reducir en gastos.

Maldijo mentalmente a Changbin, desde hace varias horas había comenzado a nevar y para ese punto el agua del río estaba glacial. 

Había tratado de evitar salir a toda costa durante la tarde para evitar exponerse al frío. Pero todos sus esfuerzos fueron en vano, Changbin prácticamente lo había obligado a cumplir su apuesta sin importarle el frío y que ya había oscurecido para entonces.

Minho comenzó su labor poniéndose de cuclillas en una piedra que estaba por ahí y vacío algunas prendas en el agua, restregó un poco jabon para quitar toda la suciedad tallando con fuerza las prendas, después las enjuago con agua limpia para finalmente exprimirlas y dejarlas en un cesto a parte.

Las manos se le comenzaban a entumir por el agua fría, así que trato de apurarse para terminar lo más pronto posible. 

Fue entre los movimientos que hacía Minho en el agua y la corriente del río que se movía constantemente cuando vio una pequeña cartera llegar hasta él.

Extrañado sacó el objeto del agua, dudaba que fuera alguna pertenencia que se le haya extraviado a sus amigos.

Alzó la mirada para buscar de donde provenía el objeto, miró alrededor hasta que algo a lo lejos llamó su atención.

Su Alfa había comenzado a ponerse inquieto en cuanto vio aquello, un nudo se le hizo en la garganta, su respiración se volvió errática en un instante y una horrible sensación de miedo golpeó su cuerpo.

Quería llorar.

A varios metros de donde estaba él en la orilla, yacía flotando el cuerpo de un joven inconsciente, Minho dejó caer la cartera de sus manos por la impresión y se lanzó al río sin pensarlo. 

— Mierda — gruñó, el río estaba tan helado que sintió sus extremidades acalambrarse en cuanto hicieron contacto con el agua.

Su molestia fue dejada en segundo plano, solo podía pensar en aquel chico que a medida nadaba hacia él, podía percibir más su aroma.

Ni siquiera podía pensar con claridad, solo seguía la voz en su cabeza y a su Alfa estaba suplicando por tomar el control, tenía las pupilas dilatadas y el corazón le retumbaba fuertemente contra su pecho, tenía ganas de llorar y la inquietante desesperación ya no le permitía respirar adecuadamente.

Nadó hasta llegar al cuerpo inerte del Omega y lo sostuvo entre sus brazos con fuerza. Algunas lágrimas ya se habían escapado de sus ojos.

Con las manos temblorosas sin saber si era a causa del frío o por el tumulto de emociones que lo atosigaba, trato de comprobar que el joven estuviera vivo.

Guió temerosamente dos de sus dedos al cuello del chico y soltó un suspiro de alivio al notar un leve pulso.

Examinó con la mirada el cuerpo del Omega en sus brazos buscando que no estuviera herido o sangrando de alguna parte. Sus ojos tantearon  el cuerpo ajeno hasta llegar al rostro. 

WATERFALLS [Minsung] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora