Orson y Katie habían bajado al restaurante del hotel para cenar. Ella, dicharachera, le narraba la primera vez que consiguió colarse en los camerinos de su cantante favorito cuando apenas era una adolescente. Este la escuchaba fascinado. No solo porque la última vez que lo había intentado se remontaba a poco meses atrás, sino porque por primera vez en el día, parecía haberse olvidado de Nakamura.
—Deberías sonreír más a menudo… —dijo recostándose en el respaldo de la silla mientras la contemplaba —. Estás preciosa cuando lo haces.
—¡Vaya! Tú deberías ser más amable. Si te hubieras presentado de este modo la primera vez que te vi puede que me hubiese llevado otra impresión muy distinta de ti.
—Me gustan los retos… —aclaró Orson mientras pegaba un sorbo a su copa de vino.
—¿Puedo preguntarte cuánto tiempo llevas trabajando para Elián?
—Poco menos de cinco años. En realidad, fui el último en llegar. ¿Te apetece pedir algo más?
Katie negó. No tenía más hambre, sin embargo, le apetecía caminar por el jardín del complejo hotelero. Ambos avanzaron, uno al lado del otro, como dos extraños… Orson porque no sabía cómo comportarse con ella y Katie porque quería hacer demasiadas preguntas.
—¿Por qué terminaste trabajando para él?
Él sonrió de medio lado mientras le daba una suave patada a una pequeña piedra del camino. Con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, respondió:
—No me gusta hablar de mi.
Katie lo había notado. De hecho, ella era la que había hablado prácticamente durante toda la cena, mientras que él se había limitado a escucharla con atención.
—Es una pena porque creo que guardas una gran historia.
—No existen grandes historias sin grandes hechos… Y yo, te puedo asegurar, que no tengo ninguna de las dos cosas.
Orson era muy crítico con su vida y su pasado. Un pasado que lo perseguiría por el resto de su existencia.
—¿Siempre eres tan duro contigo mismo?
En ese instante, él se detuvo. La respuesta a esa pregunta era sí, pero no pensaba vocalizarla. Katie, ante su silencio, se colocó frente a él y con una dulzura pasmosa recuperó las manos de los bolsillos del hombre, entrelazando los dedos con los suyos.
—Tú también deberías sonreír más a menudo…
—¿Estás coqueteando conmigo? —preguntó con la única intención de desviar la atención del terreno personal.
—No. Nunca ha sido mi fuerte. ¿Sabes? Creo que la única vez que me resultó fue cuando aún era vecina de Anwen. Me encontré con un vecino que paseaba a su perro y el pobre creyó que los piropos que le echaba al pastor alemán eran para él.
—Te lo acabas de inventar.
—¡Ojalá!
Orson rompió a reír sin saber en realidad si Katie mentía o no, pero poco le importaba. A continuación, y como si fueran una pareja consolidada, la tomó del rostro para besarla con suavidad. Una suavidad que ella hacía mucho que no experimentaba, pues todos sus encuentros sexuales carecían de sentimentalismos.
—¿Quieres que subamos a la habitación? Tengo algo para ti.
Ella inmediatamente captó el mensaje, así que asintió sabiendo que arriba no la esperaba nada más que una buena maratón de sexo. No obstante, regresaron dando un lento paseo que la animó a hablar…
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El amigo del jefe de la mafia #2 | Erótica + 21 | Completa ✅
RomanceKatie Thompson vive bajo la vigilancia de Haruki Nakamura, miembro de la más grande y peligrosa banda criminal de Japón; la Yakuza. Un encuentro fortuito, una oferta extremadamente buena de trabajo y una serie de regalos, serán los responsables de a...