Synenērgy: Teoría de la reminiscencia [JOHNTEN]

CATORCE: La moral gris

Verse muerto o el nulo hecho de estar durmiendo es algo que no cabe dentro del imaginario humano. A veces llegó a pensar demasiado en si su madre estaba contenta con su imagen al morir, ella era tan hermosa que no podía dejar de intentar grabar esa última expresión suya, una sonrisa tierna de mejillas abultadas, no la muerte vistiendo sus ropas y usando su maquillaje. Esa no era su madre y estaba agradecido de que ella misma no se pudiera mirar en ese momento, la pondría muy triste.

Ten no está triste al mirarse, parece que ha sido conservado en el mejor de los elixires porque de no saber que esa es su alma, aseguraría que es un reflejo suyo mientras duerme bajo el agua.

Sus manos tiemblan conforme detalla la habitación, es muy real como para ser un juego de los que John adora, es un alivio que lo sostenga entre sus brazos, tal vez su amenaza no es real y sabía lo desmoronable que es el mortal.

—Soy yo.

No obstante, esa versión suya luce divina, como si desprendiera un halo de luz blanca y pura, no hay manchas en su rostro y los lunares brillan por su ausencia, es así como se ve por dentro. Ten sabe que tiene una personalidad dura de roer, es "malhablado", terco, impulsivo y un poco altanero, se lo debe al difícil camino de ser un humanista y, por otra parte, su alma permanece inmaculada, libre de imperfecciones, digna del cielo.

—Cada uno, eres cada uno y todos ellos son tú.

Ten asiente y decide que es suficiente, no encuentra un motivo por el que John haya decidido mostrarle eso, pero no necesita más para saber que hay cuestiones que no entran en las palmas de sus manos. Se da la media vuelta y vuelve a asentir con la pesada lengua yendo al fondo de su garganta.

—Sácame de aquí o voy a vomitar.

Su siguiente reacción es cerrar los ojos conforme vomita sobre la taza del baño, siente la mano de John sujetando su cabello y eso lo hace sentir peor, es asqueroso en todos los sentidos.

—Estás jodidamente loco, un enfermo, estás obsesionado conmigo—balbucea conforme limpia los restos de saliva ácida en sus labios y una risa valiente sale de su boca, es
un incrédulo. —Si antes tenía dudas de lo que hago aquí, ahora sólo tengo miedo. ¿A qué niveles has llegado, John?

—Es mejor tenerlos ahí dentro que dejar los huesos tirados alrededor de la casa, ¿no lo crees?

Lo escucha hablar desde la entrada al baño, no tiene la habilidad para mirarlo. Él debe tener sus motivos para un santuario o ritual, lo que sea que sea eso; sin embargo, Ten siente sus neuronas muy quemadas por su cercanía constante como para lograr formular una excusa que lo convenza.

—Tienes todo un jardín, John, no digas esas cosas.

Cubre sus ojos y se da la vuelta, talla su rostro en exceso, es una persona desesperada porque cada segundo que pasa dentro de esa casa parece empeorar la calidad de las cosas, es literalmente vomitivo y ese es límite humano.

—Sé que eres viejo y todo eso, pero tanto como yo me adapto a la vida que me das aquí dentro, creo que necesitas comenzar a vivir en el siglo XXI. No sé qué mierdas hacían en tus tiempos mi el porqué, y necesitas dejar de hacerlas, me traumas, ¿entiendes? —Pasa a su lado y busca su teléfono sobre la mesa. —Voy a salir y en cuanto regrese—inhala hondo, le duele el pecho—quiero una explicación de todo esto, por favor, evita teatros como éste.

Divisa la puerta y se apresura antes de escuchar el seguro y forcejeo de esta, era obvio que eso iba a ocurrir y no pudo prevenirlo.

—No vas a ningún lado, no es seguro.

—¡Necesito tiempo a solas! Estoy tratando de no encontrarte odioso hoy, apenas he estado unas horas aquí y me estás dando un dolor de cabeza insoportable. Escucha, no voy a irme, no tengo otra opción, incluso si quisiera hacerlo, sé que moriré, ya sea en sus manos o en las tuyas, no me hagas esto difícil. —Y hay algo que odia más, él mismo haciendo berrinche. —Vete tú, una hora en lo que acomodo mis pensamientos sin querer pasarme un cuchillo por el cuello, ¿sí?