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I N S T I T U T O C O D O L L I

Me encontraba frente al horripilante uniforme que usaría por el resto del año.

Al menos en Florencia te daban el libre albedrio de usar lo que te placiera, pero este uniforme haría que me viera como una mojigata; camisa blanca, falda negra hasta las rodillas, medias oscuras y un abrigo del mismo color. Era baja y mi cuerpo pequeño, en cualquier momento me iría volando por lo ancho que me quedaba.

Camilla me había regalado este uniforme, ya que le quedaba algo pequeño así que lo "heredé". Me seguía quedando ancho, pero con mis dones de costura hice lo que pude.

Tomé mis converse negros, los únicos zapatos negros que tenía y a mi parecer le daban un toque único al uniforme. Estos zapatos traigan consigo muchos recuerdos. Arreglé mi cabello y salí de la habitación.

Pero para mí grata sorpresa me topé con Niccolo que iba hacia su habitación, ya que todas las habitaciones estaban en la planta de arriba.

─ Si quieres que te vean como payasa, muy bien hecho llevando esos sucios zapatos. ─ Dijo Niccolo pasando por mi lado chocando su hombro con el mío.

Qué agradable buenos días.

─ Si no quieres ser la burla de todos lo mejor es que uses estos. ─ Camilla apareció detrás de él con unos zapatos en mano. ─ Tu madre me dijo que eran de tu talla. Toma.

Camilla era como el ángel que me protegía cuando el diablo se me acercaba, o sea, Niccolo.  Le sonreí agradecida de que ella fuera diferente a su hermano. Mi vida terminaría de ser un infierno si ambos fueran odiosos.

Me cambié de zapatos y bajé para saludar a mi madre, pero no encontré a nadie más que mi plato de comida y una nota con un corazón.

"Hija mía, sé que nuestra primera comida del día es importante pero hoy empiezo mi labor con tú padre, así que debía dar una buena impresión. Te mando besos y nos vemos en la tarde"

Coloqué el papel a un lado para empezar a comer pero justo Camilla y Niccolo aparecieron saliendo de la casa con su mochila.

─ Vamos, Emma. El chofer nos está esperando. ─ Camilla salió de la casa y yo había quedado en shock por un momento.

Mi estomago rugía del hambre, pero tampoco quería ocasionar un problema así que lo ignoré. Subí a mi habitación rápidamente, tomé mi mochila y bajé, aprovechando para tomar un gran buche de licuado de fresa, mi favorito.

─ ¿Acaso en su escuela pobretona no les enseñan a ser puntuales? ─ Preguntó ofensivamente Niccolo cuando entré al auto.

Yo ignoré su horrible comentario colocándome mis auriculares. No entendía cómo él podía ser tan desagradable, apenas nos conocíamos hace unas horas y no lo soportaba, tampoco entendía cómo iba a soportarlo tanto tiempo.   

Al llegar a la escuela abrí la puerta del carro, ignorándolos.

─ ¡Emma! Espera... ─ Me detuvo Camilla. ─ Se me había olvidado decirte que compartimos clase. Por suerte no estamos ni con Niccolo ni Virginia, no te preocupes.

Lo única buena noticia de hoy.

Mientras caminaba por los pasillos todos me miraban y hablaban entre ellos. Creo que ya venía preparada psicológicamente para ello, los amigos de Camilla me habían hablado de algo así, por lo que no me importó mucho.

KissesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora