16.

47 8 0
                                    



PENSAMIENTOS QUE NO SE DICEN

🦖 || NARRA NICCOLO GOVENDER

─ ¿Así que ahora te gusta tu hermanastra? ─ Preguntó Brando con un tono burlesco.

─ Eso no fue lo que dije... ─ Contesté.

Ambos nos encontrábamos en su casa jugando videojuegos. Le había contado lo que ocurrió el sábado y el porqué de mi ausencia el viernes.

Cuando llegamos el domingo por la madrugada, como era de esperarse, nadie estaba en la puerta de la casa, desesperado porque no había rastro de nosotros. Ni con una alerta porque dos de sus hijos estaban desaparecidos. Ni siquiera habían notado nuestra falta en la faz de la tierra. Emma entró adormilada, subió las escaleras arrastrando sus pies y no volvimos a pasar de unos buenos días.

Como si nada hubiera pasado. Emma y Niccolo nunca viajaron a Florencia, juntos.
Y hoy estábamos a miércoles.

─ ¿Pero te gusta? ─ Volvió a preguntar.

En ese momento, le gané en el videojuego. Tomé un cojín que estaba a mi lado y se lo tiré.

─ Claro que no, idiota. Es mi hermana.

─ Eso no fue lo dijiste meses antes cuando te enteraste de que tu padre se casaría de nuevo. "Me dará nauseas estar al lado de ella" "Le haré la vida imposible" "Jamás será una Govender" No sé, hermano. Difícil de creer.

Admito lo que dije, pero en mi defensa no la conocía, pero me ha demostrado que es diferente a lo que pensaba. Su risa es tierna, canta bonito y es graciosa.

─ ¿En serio recuerdas todo lo que dije? ─ Dije con burla y volví a colocar el juego.

─ Lo decías muy en serio. Enzo incluso creyó que debíamos llamar a la policía.

Brando era como mi hermano. Sabía todo de mí y yo todo de él. Nos conocemos desde que tengo memoria y en cada fase de mi vida está él, dándome malas ideas.

─ Mejor dime qué planes tienes con Bella. ─ Pregunté para cambiar de tema, pero Brando bajó la cabeza y soltó una sonrisa. ─ ¿Debería preocuparme? Te recuerdo que la última vez no acabó bien y por tu culpa creyó que me gustaba.

De las tantas ideas estúpidas que daba Brando, una de esas fue integrar a Bella y a sus amigas ─ entre esas Virginia. ─ al grupo, y así según él, sería más fácil hablarle, pero como era de esperarse, no funcionó. Bella terminó enamorándose de mí pero para ese momento ya era novio de Virginia.

─ Esta vez es distinto... creo que ha llegado mi momento...

Yo quedé unos segundos en silencio. Él era un chico muy inestable con sus relaciones. Hoy podía estar profundamente enamorado y mañana podía tener un inmenso asco.

─ ¿Crees que es muy pronto pedirle matrimonio?

Solté una carcajada que duró varios minutos, pero él seguía con semblante serio, fue cuando me di cuenta de que lo decía en serio.

─ Bella te está volviendo loco, hermano. Mejor me voy a casa, ya es tarde. ─ Tomé mi chaqueta sin antes darle unas palmadas en su hombro.

Conduciendo a casa recordé las palabras que me había dicho Gine cuando nos despedimos, "Si llega a ocurrir algo malo abrázala por mí". No entendía a qué se refería, todo en casa iba "relativamente bien". Tampoco me atrevía a preguntarle directamente a Emma si algo iba mal, corría con el riesgo de ser humillado.

Los siguientes días fui a casa de Virginia.

Ese mismo domingo en la madrugada cuando regresé del viaje y encendí mi teléfono, había recibido cincuenta llamadas perdidas de ella y unos ciento veinte mensajes. ¿Espantarme? No, ya estaba acostumbrado, no era la primera vez que ocurría. Recuerdo una vez, no éramos novios, solo quedábamos. Mi padre me llevó a Florencia y olvidé mi teléfono, a los tres días que regresamos, Virginia se había mudado a mi habitación, esperando por mi regreso.

KissesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora