SER HIPPIE VIAJANDO CON UN PERROEn la mañana no me di cuenta en qué momento se fue Niccolo. Hoy era lunes, Camilla y él tuvieron que haber ido al instituto.
Al ponerme en pie aquel dolor de cabeza que se había ido hace unas horas volvía.Me bañé, me vestí y bajé para tomar desayuno. No había nadie, como lo suponía.
La casa estaba en silencio absoluto, ya que ni siquiera el jardinero estaba. Me hice mi licuado de fresa con tostadas de ajo y decidí ver la televisión un rato. Nunca había usado este televisor, por lo general siempre estaba Niccolo con Virginia.
Después de comer, pasar los canales sin quedarme en uno y lavar mis trastes, decidí volver acostarme un rato para luego hacer mis actividades escolares. Básicamente, estaba aplazando mi rutina de sábado y domingo a un lunes. Pero mi cuerpo se alertó al escuchar una voz en el cuarto de Niccolo, que se suponía que debía estar solo.
Me acerqué lentamente a la puerta, y cada vez era más audible su voz. Era Niccolo, no había ido a clases hoy.
"¿Estás demente?... ya te lo dije... haz lo que quieras... no me importa... no pueden hacerlo... no le tengo miedo... vete a la mierda"
Todo eso entre risas, bufidos, silencios, gruñidos y yo estando del otro lado intentando escuchar lo que decía la otra persona del otro lado del teléfono.
Intenté acercarme un poco más para poder entender la situación, pero la curiosidad mató al gato, así que tropecé y caí... adentrándome a su cuarto.
Él no hizo nada más que mirarme seriamente, con su teléfono en la mano, había colgado la llamada. Yo quedé estática de la vergüenza. La puerta estaba entreabierta y no me había dado cuenta, ahora había quedado en ridículo.
Niccolo se quedó un par de segundo mirándome con el ceño fruncido.
─ ¿Necesitas algo?
─ ¡No!... solo que te escuché, cuando pensé que no habías ido a la escuela. La casa estaba en completo silencio, por eso pensé...
Había usado el primer pretexto que se me venía a la mente. ¡Igual no mentía! Sí que lo pensaba.
─ La casa siempre está en completo silencio. ─ Contestó.
─ Ah, sí... sí es cierto. ─ Niccolo no dijo nada más y yo tampoco tenía algo que decir. ─ ¿cómo está tú mano? ─ Fue la primera cuestión que se vino a mi mente.
Él miró sus nudillos, todavía se podían ver unos raspones y con todo su alrededor rojo.
No se veía igual de desastroso que anoche.
─ Creo que están bien. Solo es cuestión de que se vaya el dolor, el resto se hace solo.
Volvimos a quedar en silencio, uno muy incómodo. Lo correcto era dar media vuelta e irme, pero seguía en su habitación. Era medianamente grande, paredes azul rey, también tenía un gran ventanal que daba vista a la calle. Todo estaba en completo orden, con un olor bastante varonil que podía llegar a ser adictivo y lo que más me impresionó fue un estante de libros, que estaba a medio llenar.
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Kisses
Teen FictionEmpezar de cero para algunos es una gran oportunidad de comenzar a vivir la vida, pero para mí había sido un infierno. Todo fue tan extraño, peligroso, divertido pero un pecado. Un pecado que cometía mientras cambiaba mi vida junto a mi hermanastro.