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RECOLECTANDO RECUERDOS

─ Mi mejor amiga se llama Ginevra y su madre Minerva, ¿Está bien? Y nada de comentarios imprudentes, ¿De acuerdo? ─ Le decía a Niccolo a tan solo unos metros de su casa.

Toqué el timbre y del otro lado se pudo escuchar unas pisadas, y cuando la puerta se abrió vi a mi mejor amiga con ambos ojos bien abiertos.

─ ¿Hola? ─ Fue lo único que salió de mi boca.

Pero Ginevra pegó un grito que retumbó por toda la calle. Miré a Niccolo apenada y él solo veía a mi amiga espantado alejándose un poco de ella. Hasta que pegó un saltó para abrazarme, había sido el abrazo más fuerte que había recibido en mi vida, después de todos los de Bella.

─ ¿Por qué no me avisaste que venías? Habría... no sé, ido por ti al aeropuerto. ─ Me decía mi amiga aún abrazadas.

─ ¿Y cómo te iba a avisar? Ni siquiera coges el teléfono.

─ Ah, sí es cierto, lo rompí. ─ Dijo y sonrió apenada. Fue así como terminó el abrazo.

─ Igual no te preocupes, vine con... ─ Lo miré sin saber qué decir exactamente. ─ Niccolo.

─ Pasen. ─ Ginevra nos dio paso a su casa. ─ ¡Adivina quién llegó! ¡Tu segunda hija favorita está en casa! Esperen aquí, mi madre está escribiendo una nueva novela y debe tener los tampones de oídos puesto. ─ Y desapareció por el pasillo.

Ginevra era una chica bastante animada, positiva, amiguera y sobre todo ruidosa. Por algo siempre participaba en todos los eventos del instituto. Ambas nos conocemos desde que somos bebés, hicimos match desde el primer momento.

Ella era la chica más linda y popular de la escuela, lo que más destacaba en ella además de su personalidad eran sus grandes ojos color verde olivo. Con solo una mirada podía hechizar a un auditorio entero.

─ ¿Ella siempre es así de eufórica? ─ Preguntó Niccolo, habían pasado cinco minutos desde que Ginevra se había ido.

─ Sí, su mamá es igual. Creo que es de genética.

─ Me sorprende que tú siendo tan... tú, hayas podido convivir tanto tiempo con una persona como ella.

─ ¿Así es como escoges a tus amistades? Viendo qué tan parecido son a ti.

─ Obvio, así es como funciona. Entre más parecidos sean menos hay que tolerar.

─ No, así no funciona hermanito. ─ Y le di unas palmaditas en su hombro.

─ ¡Emma! ¡Pero qué sorpresa! ─ La mamá de Ginevra se acercó a mi para darme otro fuerte abrazo. ─ ¿Qué tal Roma? ¿Hay chicos guapos como dicen? Deberías mandarme fotos para hacer otras novelas.

─ ¡Ya tienes muchas! Estas escribiendo cinco ahora mismo, tienes que relajarte. ─ Le dijo su hija.

─ Emma, ─ Llamó mi atención Minerva ─ qué mal educada, no nos has presentado al chico.

─ No me digas que es... ─ Dijo Ginevra tapándose la boca con sus manos.

─ Un gusto, Niccolo Govender. ─ Niccolo se levantó del sillón y le extendió la mano a mi amiga y luego a su madre.

Yo intenté llamar su atención haciendo gestos de que parara todo lo que estaba haciendo. No podía mentirles, son como mi segunda familia.

─ ¡Enhorabuena! ¿Quieren algo de comer? ─ Preguntó Minerva.

─ Necesitamos ducharnos. ─ Sonreí, pero detrás de eso había una Emma hecha furia.

─ Gine, busca unas toallas, iré a prepararles unas pastas.

KissesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora