XXIV. Nosotros.

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La arena entre mis dedos era cálida, arropadora sin llegar a ser molesta. El sol brillaba por encima de la sombrilla y su fresco manto. Di un trago a mi limonada, y sin nada más que hacer hasta que tu llegaras, me dispuse a trabajar en unos reportes pendientes que prometí enviar a Tsujimura antes de la media noche: Esa fue la única condición que me pidió cuando le conté de mi súbito viaje.

—¿Irá de vacaciones? —me preguntó incrédula.

—Sí, iré a la playa un rato, a relajarme, ya sabes. Ese tipo de cosas. Sólo no digas nada, porque no le he dicho a Taneda que iré, y no sé si me autorice unas vacaciones.

—No diré nada —dijo, y fingió cerrar su boca y arrojar la llave—. Pero, ¿por qué se lo oculta? Después de lo que pasó, estoy segura que no le pondrá un pero para descansar.

Me alcé de hombros.

—También quiero descansar un poco de esa atención.

Tsujimura asintió lentamente.

—¿Irá solo?

Dudé un instante en contestar, tiempo suficiente para que hasta ella supiera la verdad.

—Con que irá acompañado, ¿eh? —dijo con una sonrisa maliciosa—. Dígame, dígame, ¿con quién irá? ¿Con Saoko-chan? ¿Con Hiromi-san? —No pude evitarlo y me solté a reír. Probablemente estaba inventando los nombres, porque no recordaba a ninguna de ellas—. ¡Ah, ya sé! Irá con una pelirroja, ¿verdad? Una pelirroja de ojos azules...

El silencio se impuso entre sus bromas, y ablandó mi rostro. No debía hacerlo, tal vez fue incorrecto e inapropiado, pero en aquel momento sentí la obligación de no negarte.

—¿Sakaguchi-san?

—Sí, acertaste. Iré con un pelirrojo de ojos azules.

Ella abrió los ojos tan grandes como eran, y se cubrió la boca con las manos.

—Entonces, ¿ustedes realmente tuvieron algo en...?

Yo asentí, y ella guardó silencio, todavía más pasmada.

—Cuando decía que me iba a matar lo decía en serio —me reí suavemente. Ella esbozó una sonrisa, tímida y tierna—. Pero incluso diciendo esas palabras se miraba hermoso.

—Jefe...

—Lamento haberte hablado así la última vez —le dije sin pensarlo, sin darme tiempo a arrepentirme—. No debí haberte hablado así...

—No diga más, Sakaguchi-san. Su vida romántica no me concierne, y tampoco debí haberlo cuestionado de esa forma —me sonrió, y en ese momento puso su mano sobre mi hombro—. Espero que sea feliz con él.

—Gracias —le agradecí, y le sonreí con el gesto más honesto que tenía.

—Pero, ya en serio, aquí entre nos... —Se acercó más hacia mí, mirando sospechosamente a ambos lados. No había nadie más en la oficina—. ¿Él es un buen amante? Si sabe a lo que me refiero...

—¡Tsujimura, no seas descarada! —le grité, con el rostro ahogado en pena.

Tsujimura me miró desconcertada. Al cabo de unos segundos, su cara replico a la mía. Tal vez incluso estaba un poco más roja.

—¡Me refería por el carácter! ¡El carácter!

Sólo de recordarlo mi rostro se sentía cálido otra vez.

Por amor a la decadencia [ChuuAngo]Where stories live. Discover now