ALANYS
Apoyé la cabeza sobre la ventanilla del coche, subí el volumen desde el móvil para poder insonorizarme del exterior por completo. Bajo ningún concepto estuve a favor de irme de Ermond, el pequeño pueblo donde vivía todo nuestro aquelarre. Era maravilloso, cada vez que salías a la calle podías oler la mágica revolotear por la calles de piedra, y sin embargo, ahora llevábamos un día entero de viaje por carreteras interminables, olores asquerosos y gente malhumorada porque su vida, probablemente, sea una mierda. Suspiré adentrándome por completo en Love the way you lie de Rihanna y Eminem. Miré de reojo a mi hermana, Iría, llevar una radiante sonrisa en la cara mientras conducía mirando maravillada su alrededor.
Bueno, si vale, esto era preciso. Aproximadamente hacia cuarenta y cinco minutos el pequeño camión que teníamos delante conducido por mis padres y el coche que conducía mi hermana se desviaron por un estrecho camino por un denso bosque. Los arboles eran inmensos, tanto de tamaño como de follaje. Si había algo bueno en mudarse era que lo haríamos en plena naturaleza.
Claddagh era una manada en el norte de gran tamaño y bastante alejada de la civilización humana. Que Ilda, la ultima mujer viva de una de las tres familias de brujos que había allí viviendo, le pidiese al aquelarre que eligieran a alguien para ocupar su puesto para la protección de Claddagh puesto que ella no tuvo descendencia, y que encima, mis padres se ofreciesen voluntarios con toda la ilusión del mundo, era para mi como si me hubiesen apuñalado cinco veces en el hígado.
Tenía diecisiete años y toda una vida en mi antiguo hogar. Debía empezar de cero en un sitio de hombres lobos hormonados que eran incapaces de controlar su maldita personalidad posesiva, y aun encima, lo debía de hacer con una sonrisa.
Gracias, pero no.
Mire mi mano y deje salir mi magia para que recorriese con lentitud mi mano. Nuestra magia solía tener un color, normalmente y lo mas normal es que fuera blanca, azul, amarilla o verde, sin embargo, la mía era roja. Algo inusual y que a algunos brujos ancianos les desagradaba. Pero me daba igual, en la historia a las mujeres pelirrojas las quemaban en la hoguera por creer que eran brujas, y pista, yo era pelirroja y bruja.
El coche paro en paralelo en frente de un enorme arco de madera con el nombre de la manada tallado en la parte mas alta. Me quite los auriculares sorprendida por semejante barbaridad.
- Es increíble, ¿verdad? – Asentí ante la voz de mi hermana. – Vamos, papá y mamá están bajando para saludar al Alpha.
Abrí la puerta del coche guardando mi móvil en el bolsillo trasero de mis vaqueros, me puse la sudadera al sentir el azote del aire helado. Salí cerrando tras de mi observando un enorme hombre con una mujer preciosa a su lado, ambos en manga corta.
Claro, los licántropos tienen la temperatura corporal por las nubes.
Me acerque a mis padres cuando comenzaron a presentarse a aquellas personas. Tras ellos había dos personas más, ladee la cabeza curiosa volviendo mi mirada a la mujer que fue la primera que se me acerco.
- Myra, la Luna de Claddagh. – Le sonreí cogiéndole la mano.
- Es un placer, soy Alanys. – Aquel hombre que había a su lado me extendió su mano seguidamente.
- Yo soy el Alpha, Alan. – Su voz era grotesca e intimidante.
Era un hombre atractivo, alto, musculoso, de piel morena y ojos oscuros. Al contrario de su mujer, que los tenia tan claritos que era imposible no mirarlos.
Le devolví el apretón de manos con firmeza y la cabeza bien alta, cosa que debió hacerle sonreír ladeadamente.
- Bueno, Ilda está esperándoos en vuestra nueva casa. Esperamos que sea de vuestro gusto. – La amabilidad de aquellas personas era abrumadora. – Las tres casas mas cercanas son las de los otros brujos y sus familias.
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Full Moon, eras tú.
WerewolfLa decisión de mudarse a un nuevo hogar no fue para nada del agrado de Alanys Hughes, ella era una joven bruja de diecisiete años que tenia que poner su vida patas arriba porque sus padres decidieron que mudarse a Claddagh, una manada demasiado al n...