-CAPÍTULO QUINCE-

878 93 10
                                    


ALANYS

Tristán estaba mirándome de aquella tan suya con la que solía hacerlo. La intensidad tan profunda que existía en su iris era abrumadora. Podía escuchar los latidos de mi corazón aporrear mi pecho con fuerza junto con los suyos. Alzo una de sus calentitas manos a mi mejilla y comenzó a acariciarla, cerré los ojos unos segundos sintiendo tantas cosas que me era muy difícil no dejar ceder mis piernas y desplomarme en el suelo. Suspiré antes de abrir los ojos.

- ¿Te ha gustado? – Pregunté temblorosa.

- ¿Estas de broma? – Susurró agachando la cabeza para quedarse a centímetros de mis labios. – Es el mejor regalo que me han hecho jamás, Alanys. – Sonreí avergonzada.

- No seas exagerado... - Este negó sin dejar de acariciar mi mejilla.

- No lo soy. – Sentenció totalmente seguro de sí mismo.

Parpadeé varias veces asimilando su reacción y sus palabras. Mas bien, sus reacciones encadenadas hasta ahora.

- Tristán. – Murmuré subiendo mi mano a tu antebrazo. – Siento haberte hecho sentir dolido con lo del día de... - Subió rápidamente su mano a mis labios.

- Esta bien brujita. – Tragué saliva por lo sensual que sonó eso.

Pero no podía callarme, no ahora.

- No Tristán. Estas dos semanas apenas hemos hablado o visto, se que has tenido mucho trabajo después de lo sucedido, pero sentía una tensión muy fea entre nosotros. – Jadeé cuando acerco mi cuerpo al suyo.

- Siento haber estado tan distante Alanys. – Ahora quien negó fui yo. – Entre unas cosas y otras he tenido la cabeza completamente llena de cosas y estaba muy saturado. – Solté aire de mis pulmones despacio.

Le miré detenidamente armándome de valor para decirle lo que sentía cuando estaba con él, lo que sentía por él. Necesitaba que lo supiera, ambos lo necesitábamos.

Nos lo merecíamos.

- Quería transmitirte todo lo que siento por ti en tu regalo. – Sus ojos volvieron a iluminarse, su lobo estaba muy presente. – Nunca he sentido nada mínimamente parecido y muchas veces me aterra. – Me apretó contra él.

Una de sus manos estaba posada en mi espalda baja mientras que la otra seguía permaneciendo en mi cara.

- Siento muchas cosas por ti y ninguna es negativa. – Murmuré sintiendo mis mejillas arder. – Me encanta verte sonreír porque no lo haces delante de la gente muy a menudo, me fascina verte entrenar, mi estomago cada vez que te ve salta y mi corazón te tiene a cada maldito del segundo presente.

Ahora fue cuando su mirada comenzó a brillar de una forma tan especial y bonita que me costaba hasta hablar, la voz me temblada notablemente.

- No quiero te que pase nada malo porque entonces seria capaz de matar a cualquiera Tristán. – Mi declaración nos tomo por sorpresa a ambos, pero era cierto. – Necesito que todas las fuerzas que puedas tener las tengas, pero también el cuerpo me pide a gritos saber que estas bien. Saber que estas feliz o triste con más intensidad, saberlo a miles de kilómetros de distancia si fuera necesario. Solo llevo dos meses aquí y empiezo a sentir que llevo toda la vida y eso, en su mayor parte, es... es gracias a ti.

Me calle aguantándome las ganas de llorar por lo que acababa de confesar. El nudo que estaba en mi garganta desapareció cuando terminé... Solo se escuchaban nuestras respiraciones aceleradas. Me atreví a subir una mano a su nuca para acariciarla.

Full Moon, eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora