CAPÍTULO 7

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El club no estaba inaugurado faltaban detalles, empezaron a solicitar que los nuevos empleados se presentaran para capacitar como sería el ambiente del lugar y acomodar la mercancía. En mi primera visita pude ver lo que Jaeil me había dicho el nivel tan grande que tenían de poder, habían lujos por donde quiera que mirará la gente que nos capacitaba era de pocas palabras y siempre portaban armas. Los empleados no hablábamos, la mayoría se dedicaba a lo que le correspondía.
Llamé la atención por el dulce recuerdo que tenía grabado en mi mano, pero demostré que no me afectaba para hacer mis labores. Termine ese día con muchas ganas de tomar algo pare por un restaurante de pollo frito y pedí lo primero que vi en el menú, lo que me interesaba era más tomar que comer me sofocaba el ambiente del lugar porque la mayoría de las personas estaban hablando o riendo y hacían más insoportable mi soledad.
Me dirigí a una banca cruzando la calle, mire el cielo oscuro y me pregunté ¿Qué hubiera pasado si todo hubiera salido bien?, ¿ya no seriamos lo perros de nadie? Sentí que había comprado suficiente cerveza para tomar, pero cuando me di cuenta solo me quedaba media lata de la última.
Mi cabeza cayó a la mesa y mis recuerdos no dejaron de llegar, no me gustaba mí pasado pero la viva imagen de mí cuando era niño estaba sentado a mi lado alguien que no conoció otra cosa que dolor y sufrimiento.
Entonces donde mi memoria empieza es en un orfanato de Ulsan, nos abandonaron en la mañana de un frío invierno o bueno eso es lo que nos repetían cada vez que podían. Nunca supimos quienes fueron nuestros padres ni por que nos abandonaron pero llegó un momento en que tampoco nos importaba.
Llamábamos la atención por varias razones la primera que éramos gemelos y la segunda por Daewhi que tenía un ojo desigual, eran las causas por las que siempre nos molestaban. Estaba prohibido causar problemas por que las reglas eran que todos nos teníamos que querer como una verdadera familia, aunque nunca supiéramos el significado de ella.
El director del orfanato era un hombre capaz y justo fuera de nuestras paredes, porque cuando estaba con nosotros no era más que un bastardo que nos usaba como sacos de boxeo dependiendo del humor en que llegara teníamos que aguantar sus reclamos e insultos, si era un día muy bueno nos daba una porción de fruta a cada uno. Cada tarde teníamos que ir a rezar a una pequeña capilla y prometer que los errores que supuestamente cometimos ese día no lo volveríamos a hacer, así tendríamos la oportunidad de ser adoptados y salir de ahí.
Se sabía que cada fin de mes venían unos hombres en una camioneta, bajaban de traje algunos tenían cicatrices en la cara pero cuando ellos llegaban dos o tres niños desapreciaban sin que nadie los volviera a ver. Si preguntábamos solo nos decían que ellos fueron elegidos para ser libres, pero si hacíamos más de una pregunta nos encerraban sin cenar por insolentes.
Me dijeron que era el mayor por 3 minutos así decía la nota de nuestras canastas cuando nos abandonaron, la mayor parte del tiempo trataba de proteger a Daewhi actuaba como el responsable a pesar de también tener miedo por dentro.
Pasó cierto tiempo de nuestras vidas cotidianamente hasta que el interés por nosotros aumentó para aquellos hombres, así fue como daba comienzo una nueva vida para nosotros. Estábamos emocionados pensando en que nos librábamos de la tortura que vivíamos a diario ahí, al fin tendríamos lo que veíamos en esas imágenes de los folletos aunque no entendía por qué nos sacaban de noche, Daewhi una vez que dormía era muy difícil despertarlo pero me mantenía tranquilo que pudiera descansar un poco.

Límite CorrompidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora