CAPÍTULO 12

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El tiempo transcurrió más rápido de lo esperado, casi volvimos a la normalidad seguimos haciendo bien nuestro trabajo aunque querían seguir premiando a Daewhi con mujeres eso hacía que me pusiera celoso al punto de querer seducirlo y que cogiéramos donde se me diera la gana, pero después de aquella noche siempre se negó ya no lo hizo con nadie más que conmigo. Empezamos a levantar sospechas sobre todo de la mano derecha del jefe su nombre era Kenta siempre fue reservado y calculador nunca nos tuvo confianza debido a nuestro origen no aceptaba nada que no fuera de su nación.
A pesar de que estábamos juntos todo el tiempo Daewhi comenzó a ser muy posesivo, las cosas iban bien en el negocio se venían proyectos grandes para celebrarlo hicieron una fiesta donde invitaron a las nuevas chicas del club por eso todos los hombres estaban como perros en jauría, algunas eran más atrevidas que otras pero la situación era tolerable hasta que Kenta me quiso unir a la diversión e insinuó que eligiera a una de esas chicas para divertirme con ella, tome a la primera por impulso pero insistió a que no saliera de ahí hasta que la cogiera como prueba que había agradecido el regalo que me había dado.
Sabía que algo ya sospechaba por la forma en que me miraba quería confirmar hasta qué punto era cierto y no estaba dispuesto a darle el gusto, así que sabiendo cómo funcionaba le dije con una voz indiferente que no podía hacerlo con tantas personas viendo en cambio me la llevaría a un lugar mejor. Para evitar que dijera otra cosa salí con la chica, le ordene que fuera a un motel pagará una habitación y no le abriera a nadie hasta que yo fuera por ella.
Mi urgencia era encontrar a Daewhi, no me contestaba las llamadas iba a llegar tarde a la reunión por recoger varios pagos de ciertos políticos, no podía arriesgarme a que malinterpretara todo y con su impulsividad fuéramos descubiertos.
Regrese lo más rápido que pude escondiéndome para que no me vieran pero llegue tarde, él ya estaba adentro con los demás, al poco tiempo salió con una cara molesta y comenzó a sonar mi celular sin parar me acerque sigilosamente tomándolo por la espalda, le tape la boca y lo arrastre a los baños que estaban a la salida.
No me permitió ni si quiera hablar cuando se me abalanzó besándome y metiendo su mano en mí trasero, jadeando lo arrincone a la pared trate de alejarlo pero me superaba en fuerza le dije con mi voz agitada: ¡idiota contesta las llamadas están a punto de atraparnos!
Nos quedamos viendo unos segundos en silencio, sonrió momentáneamente y dijo: no podía permitir que te divirtieras sin mí.
Mi mente estaba en blanco la razón se estaba yendo, lo único que sentía era como me calentaba por dentro, deje de resistirme para que me continuara besando estaba tan nervioso pero cuando nuestras lenguas se envolvían todo desaparecía, me hinque bajándole el pantalón aprecié su pene como si fuera una obra de arte, sin saber nada me lo metí a la boca era tan grande que me costaba respirar, le hice una mamada lo mejor que pude aunque fue torpemente, con una voz inquieta me dijo que no solo lo lamiera si no que lo envolviera con mi lengua, entre más avanzaba más lo disfrutábamos no sabía en ese momento que era lo que más me excitaba si sus gemidos, el tenerlo en mi boca o ver su cara de placer mordiéndose el labio. Cuando terminó de eyacular me subió en donde estaban los lavabos, me bajo el pantalón puso su frente contra la mía y dijo: no se te olvide que nos pertenecemos, te aclaro que no me gusta compartir.
Como si me hipnotizara dejo de responder mi cuerpo no me obedecía a lo que quería, sabía que no era el mejor lugar para tener sexo pero tampoco quería parar. Tenía la parte de atrás mojada así que no era necesario la preparación introdujo su pene en mí, me penetro con tanta fuerza que era imposible dejar de gemir, lo tome de sus glúteos rasgándolo del placer tan increíble que sentía cada vez que lo sacaba y lo metía, después levantó su mano y la puso sobre el espejo que estaba detrás para recargarse haciendo que me estremeciera más con el calor de su aliento en mi oído. Mientras nuestras miradas se cruzaban y nuestros alientos se mezclaban estábamos en el mejor momento de nuestra relación, sin esperar el precio tan alto que pagaríamos por ese deseo que nos consumía. 

Límite CorrompidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora