San Francisco
De todos los escenarios que imagino Prescott, el que se acababa de desarrollar era uno que no contemplo.
La Sisa que él conocía a penas si hablaba y cuando lo hacía nunca le llevaba la contra era muy... tonto de su parte esperar que ella no hubiera cambiado en estos años.
En cuanto vio que Sisa camino, él la siguió, —mi auto está por acá.
Para evitar que se fuera como pretendía, tomo la maleta y fue en otra dirección, de ese modo se aseguraba que lo acompañara, que claro no fue de buena gana.
—¿Puedo preguntar algo? ¿Acaso no estás ocupado? De verdad no es necesario que me asistas, ya tengo planeada mi ruta y mi estancia.
Sin dejar de andar, Prescott le contesto —tú tienes tus planes y yo los míos. Serás mi huésped por lo que estés en San Francisco.
Sisa apenas si le seguía el ritmo, al llegar a su vehículo, estaba sin aire y acalorada. Prescott nunca esperaba por nadie, además iba perdido con una discusión interna sobre qué hacer con aquella mujer que no iba en términos amigables.
En cuanto puso la maleta en la cajuela la invito a subir, allí vio lo que su caminata le había causado a la mujer bajita. El sonrojo en sus mejillas le pareció hermoso y su agitación lo llevaron a vislumbrar imágenes..., él se dio una palmada imaginaria al estar viéndola de forma inapropiada.
Esa sensación era casi irreconocible para él, porque tenía mucho que no la experimentaba, tenía la oportunidad de estar con mujeres tanto hermosas como inteligentes, el problema era que ninguna le despertaba deseo.
Y él lo intento, hasta que se le hizo penoso tener que iniciar algo que nunca podía acabar.
La terapia nunca daba resultados, a pesar de saber que tenía un enorme sentimiento de culpa por haberse aprovechado de una jovencita. Y ahora que se encontraba con ella, era una especie de emoción y repulsión, hacia su persona.
Se sintió enfermo por la forma en que su apetito sexual había vuelto, con la persona menos indicada. O tal vez sí lo era.
...
Condujo por cerca de 40 minutos en los que Sisa solo pregunto por Elliot, Prescott le dio un pequeño resumen de como aquel niño se había presentado en su oficina y lo que había pasado en consecuencia.
Por supuesto, Sisa estaba enojada por el escape de su hijo, además sabía que era perfectamente capaz de muchas cosas.
Al arribar, lo hicieron a un edificio, subieron varios pisos y la invito a pasar a un departamento, era de él, que por el momento nadie usaba por estar pasando tiempo con sus padres.
No vio conveniente llevarla de inmediato con Elliot, porque le dio la impresión de que en cualquier descuido ella sería capaz de salir huyendo con su hijo.
Él determinó que lo mejor sería sentarse a hablar sobre lo que harían con respecto a Elliot y por supuesto, había una charla más complicada y era sobre el pasado.
Al no ver a nadie, Sisa no tuvo de otra más que preguntar —¿dónde está Elliot?
—En casa de mis padres y este es mi espacio. Él no está aquí, claro que te llevaré a verlo, pero hay ciertas cosas que debemos arreglar. No creo conveniente que mis padres o Elliot presencien cualquier desavenencia que podamos tener.
Sisa se sintió frustrada, su plan de llevarse a Elliot estaba siendo arruinado.
—No lo entiendo. ¿Por qué te interesa un niño al que no conocías hasta hace unas semanas?
—Es mi hijo —una respuesta sencilla es lo que ofreció Prescott —. Mi turno, ¿por qué lo ocultaste?
—Porque es mío. Vamos Prescott, ambos sabemos que no fue concebido de la mejor manera —eso le amargo a él, la culpa no se hizo esperar.
—Como fuera, pudiste hacérmelo saber.
—Escucha, ya estoy aquí. Confirmaste que sigo viva. ¿Me dejarás llevarme de regreso a mi hijo?
—No —ese monosílabo se llevó el espíritu de Sisa.
—¿Por qué? Él solo perjudicará tu mundo. —Prescott encontró chocante la forma en que Sisa se refería a su hijo —. Yo sé que no eres una mala persona. ¡Por favor! Él lo es todo para mí.
Vio los ojos cristalinos de Sisa, estaba a punto de llorar y no era su intención hacerle eso, pero tampoco quería que su hijo se fuera, él mismo le había dicho entre lágrimas lo mucho que quería un papá.
—Escucha, ya es tarde y será mejor que descanses, esto va a requerir que ambos pensemos en lo que es mejor para Elliot.
Prescott le mostró la habitación que ocuparía y por último le dijo que podía hacer uso del lugar, pues estaba a su disposición.
Al cerrar la puerta fue claro como Sisa se puso a llorar, él estuvo tentado a entrar y consolarla, pero lo mejor era no interactuar más.
¿Qué es lo qué paso con la Sisa Bennett que yo conocí? Prescott se cuestionó.
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Vuelve
Short StoryA veces nuestro actuar, aunque bien intencionado, causa problemas, provocando que el pasado venga a pedirnos cuentas. Es el caso de una brillante jovencita que se involucró en la vida de un rico millonario sin quererlo, ni saberlo. Las consecuencias...