San Francisco
Cocinar un plan como el que pretendía Prescott llevo varios meses y siendo honestos era algo cruel su método, no era disculpa, pero las veces que intento hacerlo de la forma civilizada mediante los medios apropiados, Sisa se negó a escucharle.
Vamos, que ni siquiera a Elliot le permitía mencionar nada sobre su padre, por lo que fue imposible hacerle saber que no debería estar disputándose la custodia de Elliot.
El niño y su padre conversaban sobre las formas de proceder con respecto a ello y terminaron concluyendo que lo mejor sería hacerla volver a San Francisco por propia voluntad.
Prescott incluso le contó a su terapista lo que pretendía hacer, también le contó sobre el carácter de Sisa y por los cambios que estaba atravesando.
Aunque reprendió a Prescott, comprendió que no todas las personas encuentran formas simples para comunicarse, algunos requieren de ir por el camino complicado.
Kristie sí le había dado pistas de que quizá ella podría ser la respuesta y él simplemente escuchó lo que le convenía, de ahí que él la estuviera manipulando.
...
Si la primera vez que la recogió en el aeropuerto estaba nervioso y expectante, esta ocasión era aún más importante, porque según Prescott esta ocasión sería la definitiva y esperaba que nunca más tuviera que requerir este tipo de elucubraciones.
La recompensa de haberla ido a esperar fue pagada en el instante mismo que la vio, fueron tan solo unos meses y ella era una persona totalmente diferente.
Su ropa, su actitud, la forma en que camino, su aroma...
Anteriormente, ella parecía despreocupada de todo, ahora eso había cambiado, lo decía su conducta.
Ella se paró en frente de él con una seguridad que no recordaba, esta vez ella le pasó la maleta —¡buenas tardes! Gracias por venir a recibirme. Ya que aún hay luz de día, me gustaría ir a ver a mi hijo.
Prescott carraspeó un poco, su garganta estaba seca, porque al parecer la saliva se le había esfumado al tener la boca semiabierta.
—Sí..., es una buena idea. —Ella había tomado el control de la situación, —¡perdón! ¡Buenas tardes! —Prescott se sintió tonto por dejarse impresionar tan fácilmente.
Ahora Prescott era el que seguía a Sisa, él no comprendía como podía ir a esa velocidad con tacones, mientras que ella estaba motivada por llegar más pronto y poder abrazar a su niño.
El chofer asistió a Prescott con la maleta y el bolso de Sisa, ya en el interior de la camioneta y en camino a la casa de los padres de él, ellos se sentían peor que desconocidos, era una incomodidad por la cercanía.
Aunque Sisa reía internamente porque había funcionado el truco, ella al recoger su maleta de la banda de equipaje cambio sus tenis por unos zapatos con tacón. No podía creer lo que ese simple elemento logro, desde las personas de inmigración hasta el mismo CEO.
Era una cosa extraña la que experimento, la ocasión pasada tuvo que esperar en la fila y esta vez de forma cortes solo la pasaron y sellaron su pasaporte sin preguntas, ni revisiones, ni demoras, en cuanto a Prescott, bueno, dejarlo sin palabras y aceptando la primera petición que le tiro fue increíble.
Él por su parte no dejaba de mirarla por el rabillo del ojo, a pesar de fingir estar ocupado en su ipad, moría de ganas por cuestionarle lo que había hecho con la antigua Sisa, esa que parecía un conejillo asustado, ansioso y enojón.
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Vuelve
Short StoryA veces nuestro actuar, aunque bien intencionado, causa problemas, provocando que el pasado venga a pedirnos cuentas. Es el caso de una brillante jovencita que se involucró en la vida de un rico millonario sin quererlo, ni saberlo. Las consecuencias...