44.- Solo un beso

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Las palabras de Prescott resonaban en la cabeza de la mujer, quien estaba decidida a volver a lo seguro y conocido, pero estaba esa parte de ella que sopesaba una idea fugaz.

Su estómago estaba inquieto, al igual que su mente, que no le dejaron dormir, vuelta tras vuelta en la cama, pensando en las opciones que Prescott le había presentado.

Para templar sus emociones y enfocarse, antes de que siquiera saliera el sol, dejo su habitación, con cada respiración y movimiento que ejecutaba la claridad era cada vez más notoria.

Le gustaba ese lugar, las personas que conoció allí, incluso al recordar la interacción que tenía con Prescott, supo que la extrañaría.

Sudaba y se sentía acalorada por las repeticiones, todo aquello le hizo saber que estaba bien su elección, no podía dejar su proyecto a medias, había hecho tantas cosas para que se lo delegaran, que sería una absoluta estupidez abandonar.

—¡Buenos días! ¿Qué haces tan temprano? —Prescott se había levantado al igual que ella, solo que prefería nadar y volvía luego de casi dos horas que le había tomado desgastar energía.

—Debía tranquilizar mi mente y lo logré —respondió ella.

Los dos fueron a tomar su respectiva ducha para comenzar su día, en cuanto volvieron a emerger no pronunciaron palabra, se concentraron en sacar los alimentos del refrigerador que tenían dispuestos para el desayuno.

Y mientras comían Prescott ya no pudo soportar, debía preguntar a qué conclusión la mente de Sisa había llegado.

—¿Qué harás? —Sisa tomo su celular, le mostró el ticket del avión.

—¿Hay algo que pueda hacer para hacerte desistir de marcharte? —Ella solo negó con la cabeza, Prescott respiro hondo llenando sus pulmones, el apetito se le había ido.

—Bien, les pediré que preparen una cena para despedirte. —Prescott se levantó y tomo su plato al que no le había disminuido ni la mitad de la porción, camino hasta el cesto de basura y lo vacío.

Para Sisa fue muy evidente que estaba molesto, su rostro estaba tenso y su boca estaba presionada dejando que sus labios fueran una línea recta, lucia exactamente igual que cuando Erik la había visitado.

La forma tan tosca en que abandono los utensilios en el fregadero también lo denotaron.

Se fue dejando a la pobre mujer con un sabor amargo, se sintió culpable por arruinar el desayuno y su falta de tacto al decirle que se iba a pesar de sus ruegos.

Apareció ya con su saco puesto y con algunos papeles, paso de prisa y solo expreso un “hasta luego” que fue más forzado que de ganas.

Para ella ya solo le quedaban unas horas en aquel sitio, por lo que tenía que ocuparse de arreglar sus maletas y limpiar la habitación que le había alojado y no porque no supiera que él disponía de personal que lo volvería a hacer.

Simplemente, las tareas de limpieza que le habían enseñado las había dejado fuera de práctica estas semanas que había estado lejos de Japón y debía empezar a retomar su ritmo.

...

En la reunión trimestral con los directores, que se encontraban presentando los resultados, el CEO estaba solo de cuerpo presente, su mente estaba ocupada en buscar las palabras adecuadas para decirle a Sisa.

Por eso le había anticipado a Leo que debía poner atención y tomar nota de todo lo más relevante, ya más tarde podría revisar sus apuntes, por el momento y en especial ese día no tenía cabeza para otra cosa.

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