32.- Recompensa

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San Francisco

La cena ese día fue para celebrar lo bien que le había ido a Elliot en la presentación escolar, de esa forma motivaban a que el niño siguiera progresando.

Para Sisa fue extraño que festejaran un pequeño logro, Prescott le explico que para él había sido siempre así, sus padres reforzaban los buenos comportamientos con reconocimiento.

Ella estaba contenta por la forma en que Elliot sería feliz en aquel lugar, ya no tenía dudas, esas personas eran genuinas, amaban a su hijo y procuraban su bienestar.

—Como recompensa por tu proyecto... mañana saldremos de paseo —dijo Prescott a su hijo, a quien se le iluminaron los ojos.

—¿A dónde iremos? —su voz reflejaba la emoción.

—¡Es sorpresa!

—Pero papá, me gustaría estar preparado.

—Yo me encargo de los detalles —le guiño el ojo.

Con ello, Sisa y Prescott se despidieron más pronto de lo habitual por la necesidad de descansar para su aventura.

En el trayecto, Prescott seguía contagiado por el entusiasmo que demostró Elliot por su paseo.

—¿Qué te parece, será nuestra primera aventura juntos?

—Espero que se diviertan mucho, sean cuidadosos —recomendó Sisa.

—Me parece que no entendiste. El paseo te incluye, es una excursión familiar.

—¡Aah! Pensé que era algo que harían como padre e hijo.

—No, así que debes preparar una maleta para el fin de semana.

Ambos llegaron a poner todo en orden para el día siguiente, solo que Prescott, olvido darle detalles del tipo de atuendo que necesitaría, fue a informarle algunos cuantos detalles.

No necesito mucha ceremonia, ya que la puerta estaba abierta, mientras Sisa veía varias opciones de ropa que tenía dispuestas en la cama.

—Lamento decirte que nada de eso funcionará. Iremos de campamento —Sisa miro sus opciones y todo era para el día a día en la ciudad, se sentó en la cama.

Prescott sonrió —yo me encargo, solo dime tus medidas —con algo de vergüenza las anoto en el teléfono de Prescott, quien las envió en un mensaje para hacer unas compras de último minuto.

—Oye, no quiero ser pesada y arruinar tu buen humor. Es que... aún no sé para qué me quieres aquí y francamente cada minuto que pasa me pongo más ansiosa —. Prescott la entendió y además si lo seguía posponiendo quizá nunca llegaría un buen momento.

—¿Cómo te lo planteo sin que me veas como un pervertido? —Sisa lo volteo a ver con cautela —. Necesito tu asistencia con mi problema de falta de deseo sexual.

La primera reacción de Sisa fue de total perplejidad, tenía palabras que decir solo que todas se le acumularon en la boca y no salieron.

—Yo..., sé de fisiología, pero te aseguro que no soy competente en esa área —Sisa señalo la entrepierna de Prescott, el dejo salir el aire que sostenía.

—Mi problema no es fisiológico, es mental y si la doctora Boyce tiene razón, ahora que despeje la incertidumbre de esa noche, tal vez pueda volver a funcionar. Mira, me forme la teoría que tal vez tú seas la indicada para —Prescott llevo su mano a su nuca, hasta para él ese plan sonaba muy poco convincente.

Ya no tenía muchas esperanzas, lo había probado casi todo.

Sisa que no le había quitado los ojos de encima a pesar de lo incómodo del tema que estaban tratando, vio la transformación del rostro de Prescott, ella no podía imaginar lo que él sentía al estar privado de esa función fisiológica.

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