26.- Sin ganar, ni perder

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Japón

Por fin le había informado Callaghan que iniciarían el proceso, para lo que le cuestiono que tan avanzado iba su progreso con respecto a su autonomía e independización.

Por los varios meses que habían transcurrido desde que intentaba mejorarse a sí misma era notorio el avance y su terapeuta, así como su asesor le dijeron que podía comenzar con el proceso para recuperar a su hijo.

Unos días más tarde, el despacho de abogados se pone en contacto con ella para informarle que ya dieron el primer paso y era haber contactado con Prescott Kingsley, pero que lamentablemente no habían obtenido una respuesta o tan siquiera tuvieron la cortesía de ponerse en comunicación con ellos.

Por supuesto, los nervios y ansias se apoderaron de Sisa, porque estaba a punto de conocer la verdadera cara del padre de su hijo. Dicen que solo la real personalidad de la gente sale a relucir en situaciones estresantes y donde se interponen intereses y ellos estarían pronto en esa posición.

San Francisco

Prescott no podía sacar de su mente el problema de Sisa y su hijo, porque hablo seriamente con Elliot cuestionándole sobre lo que hacía su madre, en cuanto le informo los cambios que enfrentaba ella para poder recuperarlo, le vino una magnífica idea a la mente.

Estaba motivada por recobrar la guarda y custodia de su hijo, así que él ayudaría a seguirla incentivando, además de darle forma a un plan que haría que según él las cosas se acomodarán.

El CEO manda a Leo a llamar a Anderson, quien aparece luego de una hora, Prescott le invita a ponerse cómodo, hasta le ofrece algo de beber, por lo que el abogado deduce que no se trata de algo grave como le hizo creer Leo el asistente, cuando acudió a él.

Prescott le da una hoja arrugada, Anderson alza la ceja, se pone a examinar el contenido.

—Debes ponerte en contacto con ese despacho y averiguar de que se tratara este conflicto que parece estar buscando la madre de Elliot.

—¡Así que al fin llegamos a este punto! —opina el abogado, porque era lógico que la madre no se quedará de brazos cruzados.

Prescott solo asiente de forma afirmativa —tú te harás cargo de este asunto —ordena el CEO.

—Muy bien, aunque te advierto que ellos son de los mejores en divorcios, pensiones, custodias y herencias. Puede que me llevé algo de tiempo —Prescott solo sonríe.

—¡Eso será perfecto!

—Espera, no estoy entendiendo. ¿No se suponía que compartirían la custodia? ¿Qué es lo que voy a pelear? Acaso... ¿Ella quiere la custodia exclusiva?

—No sé exactamente lo que ella quiera. Eso precisamente deberás averiguarlo tú y oponerte, cualquier cosa que propongan tú objeta.

—Sé más claro, no puedo seguir el hilo de tus pensamientos —le pide el confundido abogado.

—¿Sisa quiere pelea? Pues la tendrá... —él vuelve a sonreír de forma que Anderson sabe, está planeando algo.

—Bueno, espero tenerte pronto una resolución satisfactoria —dice Anderson y se pone de pie.

Prescott, que está de pie, va detrás de Anderson y lo empuja de los hombros para que se siente de nuevo—. ¡No!, escucha... tu trabajo consistirá en enfrentarte a ellos sin el propósito de ganar, pero tampoco perder. Debes alargar este proceso lo que más puedas, invéntate algunas excusas y hazlos perder tiempo. Presiónalos, acorrálalos, déjalos pensar que soy el malo y que evitaré a toda costa que Sisa vea a su hijo.

—No solo ella lo pensará, yo mismo creo que no es correcto lo que me pides. ¿Qué pasará si esto se hace público?

—Eso también tendrás que controlarlo. Necesito tiempo, ese que tú crearas, Elliot por ningún motivo quiere regresar con su madre. No quiero que se distancien y que sufran, ella por ser rechazada y el niño se sentirá fatal por elegir quedarse.

—¡Qué conmovedor! Entonces, tú serás el villano, a costa de arruinar tu imagen. —Prescott alza los hombros.

—Es una solución temporal, luego te haré saber el siguiente paso del plan.

Anderson sale de aquella oficina, con una misión algo rara, al fin se le zafaron los tornillos por tanta presión, un hijo, una madre, terminar una relación, descubrir traiciones. Es normal, de alguna forma debía explotar.

Pero él era el CEO y debía proceder como se le había pedido.

Meses después...

Prescott viene regresando de viaje, uno que lo llevo a realizar debido al término de las auditorias y por supuesto a los despidos que debía ir a realizar.

Estaba culminando con la tarea que llevaba a cabo con respecto a la limpieza que requería el corporativo.

Ya solo necesitaba que Levenfort vendiera sus acciones para no volverle a ver nunca más, porque el muy bastardo, ato tan bien los cabos sueltos que ninguna de las evidencias apuntaban directamente a él.

Todo mundo cayó, algunos ya tenían demandas por sus acciones irresponsables en las que ponían en peligro la vida de los trabajadores.

Pero él seguía apareciendo en las juntas bimestrales de los accionistas.

—Señor, Anderson le espera. Quiere hablar del avance del caso de la custodia.

Prescott suspira y se resigna, tenía rato que no le habían reportado ningún avance o retroceso y es que en verdad no era fácil lo que se había propuesto, porque el despacho que Sisa eligió ciertamente era de los buenos.

El CEO en vez de dirigirse a su oficina, este va directo a la oficina de Anderson, toca a la puerta y entra.

—¿Buenas o malas noticias? —Prescott interroga con desespero.

—A mí también me alegra verte —Anderson se pone de pie y deja todo en su escritorio, se sirve una bebida y un whiskey para el jefe.

—Depende... No les estoy dejando opciones, así como ordenaste la última vez —el abogado le pasa el vaso con la bebida —. Así que se podría decir que ganaremos.

Prescott se toma de dos tragos el contenido del vaso —¡perfecto! Dile a Callaghan que, si desean algo de piedad, Sisa debe hablar conmigo.

Anderson pone cara de desconcierto y hasta se atreve a rodar los ojos, Prescott hasta el momento no le ha revelado el gran plan del que tanto habla. Hasta ha llegado a perderle el respeto y admiración.

El CEO, no tenía intenciones de ir a las oficinas ese día, revisa el horario y apenas está a tiempo para ir a recoger a Elliot al colegio. Leo coordina con el chofer y los abuelos que no le recojan, pues el padre pretende hacerlo.

Es notoria la opulencia del lugar, desde la entrada, una fila de autos de lujo se encamina para recoger a los alumnos de dicho lugar.

Prescott desciende de la camioneta y se alegra de ver a su hijo tan sonriente, a lado de algunos compañeros. Es aún mejor cuando sus ojos lo encuentran y su expresión lo denota aún más.

Apresura el paso para ir al encuentro con su padre, quien no le había informado de su regreso.

—¡Viniste! —canturrea Elliot con emoción, mientras que Prescott toma su mochila y se la entrega al chofer, baja y le da un beso en la cabeza a su hijo.

—¿Comemos fuera? —ofrece Prescott, a lo que Elliot acepta de inmediato —. Tú eliges.

—Comida japonesa, la extraño mucho —expresa el niño.

Cualquiera imaginaría que la relación de padre e hijo se destruiría cuando el niño se enterara de la batalla que ambos sostenían por su custodia.

Esto no sucedió con ellos, porque Elliot conocía el plan de su padre, lo entendió claramente, era su forma para ayudar a que su madre no supiera tan pronto que Elliot no estaba dispuesto a regresar con ella, aunque ella obtuviera la custodia exclusiva.

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