25.- Cruel realidad

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San Francisco

Por la mañana Prescott y Elliot bajaron juntos, listos para tomar su desayuno e iniciar el día, fueron saludados por los abuelos que ya se encontraban sentados a la mesa.

Durante el desayuno Prescott noto la nula comunicación de su madre con él, ninguno de sus comentarios perspicaces apareció, tampoco hacía contacto visual con él.

Así que en cuanto terminaron y él se disponía a irse a las oficinas, miro su reloj y vio que se podía dar algunos momentos para averiguar por qué su madre lo trataba tan fríamente.

—Madre me acompañas, hay algo de lo que quiero hablarte —en todo caso lo había dejado al último para no tener una charla no apta para los oídos de Elliot.

Fue evidente la incomodidad de su madre, pero aun así ella le siguió.

—¿De qué se trata? —apresuro Olivia a su hijo.

—Tu actitud madre, ¿sigues molesta conmigo a causa de los Levenfort? —a Prescott no se le ocurría otra razón para recibir ese trato de su parte.

—Mira hijo, yo nunca me meto en las decisiones que toman tú o tu padre. Pero esta ocasión presiento que no estás considerando la amistad que nos une.

—¿Y por qué no me explicas para que lo comprenda?

La madre de Prescott, sabiendo que ya casi era hora de que él esté en las oficinas, decide darle un resumen muy escueto de lo que paso y por qué ella jamás podrá considerar terminar su amistad con esas personas.

Las memorias cargadas de agradecimiento de Olivia por Anne, la madre de Ava están desproporcionadas, claro que le hicieron un bien que fue muy preciado, pero Arnold ya había pagado con creces ese buen gesto.

Olivia luego de sufrir durante su embarazo a un año de que su niño hermoso naciera sus riñones comenzaron a presentar fallas, y no había tratamiento que solucionara el problema, la única solución viable fue un trasplante.

Luego de ese fatídico diagnóstico y de anotarse en la lista de espera, Arnold no podía dejar la suerte de su amada en manos de otros, por lo que se dedicó a buscar no solo familiares, cualquier persona que fuera compatible con ella.

Así fue como los Levenfort llegaron a sus vidas, era una familia que estaba pasando por problemas financieros, y ahora era evidente del porqué, ellos realmente eran incapaces de tener finanzas sanas.

Anne donó uno de sus riñones a Olivia salvándole la vida y desde ese momento en adelante, los Levenfort se metieron en la vida de los Kingsley, explotando su amabilidad y buen corazón, no había cosa que Arnold les negara, él simplemente cedía a sus pedidos.

Anne ya no se despegó del lado de Olivia, de ese modo Ava se volvió su ahijada.

Era una historia que pocos sabían y que no contaban por qué a todas luces era evidente que los Levenfort se habían convertido en parásitos que se aprovechaban para drenar la riqueza de sus huéspedes.

Cuando Olivia termino su relato —hubiera salido más barato, un órgano del mercado negro — bufo Prescott.

Su madre, por supuesto que se escandalizó y se ofendió, mientras que Prescott solo se dio cuenta la forma en que los tenían engatusados.

Prescott para nada tenía un sentimiento de agradecimiento, porque él mismo había visto evidencias de todo lo que los Levenfort durante años han estado haciendo.

No solo era el tema del dinero, la manera en que de forma miserable trataban a los empleados era inhumano.

Pero no era el momento para discutirlo más a detalle, porque Prescott considero que debía mostrarle evidencia para que dejara atrás su imagen idealizada de esas personas.

Al CEO no le convence esa historia que su madre le contó, no cuando duda del carácter y que ellos tengan algo de bondad en sus cuerpos, así que le pide a Leo que le consiga información de hace años.

...

En el despacho de Callaghan y Asociados en alguna parte de San Francisco, se encuentran investigando a la figura conocida como Prescott Kingsley, ya que en unas cuantas semanas tienen proyectado acudir a la corte para pedir primero invaliden el acuerdo que Sisa firmo.

Para luego presentar el nuevo acuerdo al que quieren llegar, en el que primero se intentara recuperar la custodia total para la madre, con las visitas que se le permitirán al padre.

Y de no tener éxito con ese plan una custodia compartida, no menos que eso será aceptable según la demandante.

...

Unas semanas después, Leo entra a la oficina con varios sobres que le debe entregar a Prescott, algunas son invitaciones, otras son peticiones de asistencia a lecturas, hasta que llega a una que llama su atención por tener el logo de un despacho de abogados, abre el sobre...

Es una carta hasta podría decirse que, en tono cordial, se presentan para informarle a Prescott que desde ese momento cualquier tema que requiera tratar con su clienta, la señora Sisa Bennett, lo deberá hacer a través de ellos.

Le pide que por favor cesen las llamadas que perturban a su clienta.

Prescott, ríe, está enojado, ¿cómo se atreven a interferir en sus asuntos personales?, eso considero, hasta que Leo le expreso su opinión.

Prescott hizo bola el papel y lo aventó lejos, Leo lo va a recoger porque sabía que luego necesitarían la información de dicho despacho.

—La verdad es que es lógico, ella no sabe que ese acuerdo no lo hará valer. Y en el caso de que se entere se molestará. Usted mismo lo haría si le quitaran a su hijo.

Prescott no sabía qué hacer, porque, aunque le informara a ese despacho que Sisa había contratado para que la representaran, sobre que él pretendía compartir la custodia de su hijo con su clienta.

Sabía perfecto lo mucho que Elliot amaba su nueva vida y en las charlas jamás daba indicios de desear volver a lado de su madre.

Pensó que aquella escena en donde los encontró llorando se volvería a repetir, Sisa sería herida por la realidad.

Necesitaba encontrar una solución para mantener a ambos contentos, sentía que se lo debía a ambos.

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