33.- Incompetente CEO

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El día comienza con el murmulló de la vida, aves y sus distintivos sonidos, lo que lo hace tan real, nada que ver con los ruidos de la ciudad.

Sisa está tan cómoda que se acurruca más, acomoda su cuerpo a una postura para seguir asegurando la calidez que siente, solo que la fuente de calor se mueve, ella le sigue, inhala profundo ante un aroma que le agrada.

Sisa entre dormida, luego de tan solo unos instantes experimenta como su piel se aviva ante un aire tibio en la oreja, no es molesto, pero definitivamente no es una sensación para relajarse y seguir cómodamente durmiendo.

Tontamente, voltea un poco la cabeza para descubrir lo que genera su incomodidad, se queda quieta al percibir algo más, también con el rabillo del ojo puede ver a Prescott detrás de ella.

Parpadea un par de veces en un intento por recuperar las últimas memorias que le den respuesta de por qué está ahí con él.

—¡Oh por Dios! —grita ella sobresaltada, —¡Prescott! —ella se recorre lo más lejos de él, lo que aquel reducido espacio le permite.

El pobre que estaba teniendo un buen descanso y algo alarmado por la voz de ella no sabe cuál es la emergencia.

—¿Qué sucede?

—¡Eres un mentiroso! —le reclama ella, apuntándole con el dedo de forma acusatoria —. ¿Qué paso con tu impotencia?

Prescott dirige su mirada a la zona baja de su cuerpo, sonríe de forma apenada, se deja caer sobre la cama, ya que estaba semi levantado apoyado en sus antebrazos.

—No miento, esto es una reacción fisiológica normal. Mi problema es llegar a este estado y mantenerlo para consumar el acto. No me mires así, claro que intente tener el llamado "mañanero" aprovechando esto. ——Señala con ambas manos la parte baja de su abdomen.

Luego de quedarse callados y mirándose, saben que algo se les escapa, los dos se levantan al mismo tiempo y se enredan, ese contacto sin intención hace que Prescott se quede inmóvil y alzando las manos.

Para ese momento su "mornig glory" hubiera desaparecido por la aprehensión de no ver a su hijo quien se suponía dormía con ellos. Y no sucedió así.

Sisa toma su chamarra para salir del cámper al no ver a su hijo dentro del mismo, se tranquiliza al hallarlo junto a la fogata, acomodando madera para encender nuevamente el fuego.

—Elliot, aquí no es Japón, las personas tienen una naturaleza irrespetuosa —el niño solo asiente.

Prescott los ve desde la puerta del cámper, vuelve adentro para cambiarse el pijama.

El viaje termina antes de la puesta del sol y es que exactamente ese evento lo querrían ver a lo largo del camino de regreso, cosa que se veía espectacular y que Elliot no desaprovecho para capturar.

...

Los abuelos los esperan sabiendo lo extasiado que estará su nieto y con unas ganas enormes de contarles todos los por menores.

Para su sorpresa, los adultos regresan un tanto extraños, ya que no pueden verse a los ojos y rehúyen la cercanía del otro, o eso se puede apreciar. Sisa se sonroja y el padre de Prescott lo llama para tener una charla.

—¿Sucedió algo? Ustedes están raros.

—Nada, no ha pasado nada.

—Lo dices con pesar. ¿Provocarás que pase algo..., entre ustedes?

—¿Por qué? ¿Lo desaprobarán? —cuestiona exasperado Prescott.

—No es eso. Solo quiero que contemples los posibles escenarios. Aquí hay mucho más en juego de lo que se ve a simple vista. Recuerda que pase lo que pase, ella seguirá siendo la madre de tu hijo y eso no cambiará.

—Es un riesgo calculado, tanto Elliot como yo deseamos que ella esté en nuestras vidas —eso fue suficiente para que Arnold supiera la decisión de su hijo.

...

Prescott baja las maletas de la camioneta y aunque Sisa le ofrece ayuda, él declina, no es como si tuviera que cargarlas, simplemente las desliza.

En el recibidor él le pasa su maleta y antes de que desaparezca —¡gracias! Por habernos acompañado. ¿Te gusto la experiencia?

Ella contesta con un monosílabo, lista para huir —¡no huyas! Mejor dime, ¿qué piensas? O acaso ya tienes una respuesta a mi petición.

—Aún lo estoy considerando. Lo que tengo son muchas preguntas.

—Adelante, intentaré darles respuesta.

—¿Cómo pretendes que te ayude? ¿Tienes tu expediente de tu estado clínico? ¿Has intentado la hipnosis? ¿Y si acudimos a un sexólogo? —Prescott la detiene antes de que siga.

—No tengo idea, te puedo mostrar el expediente si lo deseas, explore todas las opciones y por último Boyce me regaño cuando le dije mi idea.

Prescott desaparece y al regresar trae consigo un sobre que le entrega a ella, luego de la mañana él notó que ella estaba escéptica con respecto a su condición.

—Déjame estudiar un poco sobre el tema y ver si puedo aproximarme a una respuesta —Prescott no tenía opción, al menos ella no le había dicho un rotundo no.

...

Prescott, visiblemente con un mejor humor que los días previos, le pidió a Leo que investigara el monto que Sisa había desembolsado para pagar los honorarios del abogado. Debía regresar ese dinero.

Quería de una vez por todas que ella estuviera en las condiciones de elegir estar en ese lugar porque le apetecía, no por estar con el agua en el cuello.

A medio día, los teléfonos comenzaron un incesante y desesperante revuelo, no paraban de sonar, en todas las áreas, principalmente el de relaciones públicas.

Leo entro despavorido a la oficina de Prescott que estaba al teléfono, no fue necesario pedirle que colgara, solo le mostró las imágenes que circulaban por internet y televisión.

El título era escandaloso, y la foto era de él ingresando al consultorio de Kristie Boyce, Prescott corto raídamente su llamada.

—Bajen todos esos artículos, demanden a quien tengan que demandar y busquen la fuente.

La contención rápida ayudó a que la mayor parte de los medios fueran silenciados, las amenazas de demandas de difamación por miles de dólares eran suficientes alicientes, pero no para todos.

Algunos se resistían, incluso los más persistentes ya estaban a las puertas del corporativo con la intención de abordar al CEO.

Por la noche, en vez de haberse tranquilizado la situación, esta había empeorado a niveles administrativos.

El consejo, así como los accionistas, estaban pidiendo explicaciones, tanto así que pidieron una junta para el día siguiente.

Cosa que Prescott aplazo, con el propósito de encontrar a los incitadores y saber el propósito de recurrir a ese tipo de estrategias.

Ya no pudo salir de las oficinas porque estaban intentando detener el desplome del valor de las acciones.


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